Tic-tac, tic-tac… se acercan los premios, los comentarios y las observaciones más allá de la alfombra roja. Este año (como siempre) los nominados en la categoría de mejor cortometraje de animación para los premios Goya y los Oscar, se convierten en el ejemplo más claro de la ley de la eficiencia: mínimo espacio y máximo rendimiento.