De vez en cuando el FBI se jacta de haber detenido a alguien que preparaba un atentado, y justifica así su enorme maquinaria de vigiliancia. Dicen: el acusado veía vídeos de Al-Qaida sobre explosivos, fotografiaba estaciones de metro... lo que no cuentan es que los vídeos se los habían proporcionado ellos mismos, el encargo de las fotos también, y que los agentes tardan meses en convencer a candidatos aislados y endeudados de que se unan a la yihad a base de prometer grandes sumas de dinero. El último caso, una semana antes de las elecciones.
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