Neil Postman cuenta en Tecnópolis (http://fon.gs/oy6exc) el caso de una tribu africana que tenía la creencia de que tras cada relación sexual era necesario encender un nuevo fuego en el hogar. Esta pintoresca exigencia de los dioses tenía sus consecuencias. Cada acto tenía algo de acontecimiento público, ya que, una vez consumado, alguien tenía que ir a una cabaña vecina a buscar un madero ardiendo con el que encender una nueva hoguera. En tales condiciones el adulterio resultaba muy difícil de ocultar.
Una bonita historia poco verosímil: gracias a las cerillas, es posible que no tuvieran que ir a pedir fuego a la cabaña vecina, pero ¿cómo ocultaban el humo del fuego que acababan de encender?
Comentarios
Una bonita historia poco verosímil: gracias a las cerillas, es posible que no tuvieran que ir a pedir fuego a la cabaña vecina, pero ¿cómo ocultaban el humo del fuego que acababan de encender?