¿Cómo es posible que una entidad que durante años ha gestionado millones de euros se desintegre en apenas unos meses, deje una deuda a proveedores de casi 600.000 euros y tenga que despedir a sus trabajadores sin la indemnización a que tienen derecho? El caso Cedercam es un paradigma (uno más) de ese “cúmulo de malas decisiones” que han situado a Castilla-La Mancha y a España al filo del abismo.
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