La explosión de la burbuja crediticia no sólo nos ha arrastrado a la primera gran recesión mundial desde los años 30, sino que ha dejado al descubierto todas las debilidades y vulnerabilidades de un modelo económico basado en la deuda. Es justamente esa enorme carga de deuda la que lastra y debilita la recuperación, dado que el desempleo global, como fue advertido en La caída de un avión en llamas, llega al 10%, lo que indica 240 millones de personas sin empleo, en términos oficiales.
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Nuestra sociedad es un drogadicto y su droga es la economía: sacrificamos lo mejor que tenemos sólo por unos segundos de placer y sin importar lo que venga después.
Creo que el crecimiento económico se basa en hinchar burbujas: donde exista un negocio de moda los inversores correrán como locos ha especular, es un chute de heroína momentáneo, es sólo es un bonito sueño pasajero que nos llevará de nuevo a la miserable realidad.
Cuando crece la burbuja: se fomenta la natalidad con cheques bebe, se favorece la entrada de emigrantes, destrozamos nuestras costas y ríos.
Cuando se pincha la burbuja: despedimos a la gente, alargamos la jubilación, cerramos las fronteras y esperamos que venga turismo de calidad.
La economía empuja a la sociedad a convertir a las personas en un producto desechable. No hay nada de racional en la economía pues preferimos contaminar el agua que bebemos sólo para que la empresa x tenga beneficios y lo paradójico es que allí donde falta el agua se convierte en oro para la empresa y.
La desvergüenza del capital global es lo que ha montado la crisis: Solo es una herramienta de empobrecimiento, para hacer que la barrera entre los pobres y los riquísimos sean insalvables.
La burbuja del crédito solo es un instrumento de poder.