Una crítica recurrente tanto de partidos minoritarios como de diferentes asambleas de indignados es que el bipartidismo fomenta la corrupción. Se asume que dado que PSOE y PP son los únicos partidos con opciones de gobierno, éstos tendrían más facilidades para llegar a acuerdos que les permitan escapar del control ciudadano. Una suerte de omertà entre ambos para no cambiar un status quo de corrupción generalizada.
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