Cuando una niña enferma de un cáncer incurable, es habitual que aparezcan carroñeros dispuestos a vender a sus padres el milagro que tan desesperadamente buscan. Como ocurrió en el caso de la pobre Amelia: cuando sus padres estaban evaluando la conveniencia o no de someterla al tratamiento médico, alguien les habló de una clínica especializada en curar el cáncer. Relacionada: ¿Qué debe hacer un escéptico ante esto?