Aya Koudad tenía 15 años y el viernes engrosó las filas de los miles de personas que han muerto ante las puertas de la fortaleza europea. Era apenas una niña y no sucumbió tratando de saltar una valla, ni a bordo de una embarcación de fortuna en el Mediterráneo, sino en la UVI del Hospital Comarcal de Melilla, tras una agonía de 20 días. Fue la dirección de este centro la que, según denuncia José Palazón, presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de la Infancia (Prodein), “dejó morir” a esta niña.
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