El Tribunal Europeo prohíbe a las compañías que «discriminen» a sus clientes por razón de sexo. Imaginemos a un hombre y una mujer de unos 35 años que, cada uno por su lado, acuden al banco para meterse de lleno en una hipoteca. Para que se la concedan, es necesario que adquieran un seguro de vida-riesgo. Pues bien: en igualdad de condiciones, la mujer podía pagar hasta un 40 por ciento menos de prima del seguro con respecto al hombre.
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