En aquellos tiempos, cuando el valor a medir no eran los frames por segundo ni el número de polígonos sino los colores en pantalla o el tamaño de los sprites, cuando buscábamos como locos la revista donde aparecían los pokes para conseguir vidas infinitas o munición ilimitada, había un parámetro que se incluía en las valoraciones y que para mi, personalmente, era vital: la adicción. Un parámetro tan poco medible como importante.
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