El lápiz electrónico, con punta disponible en varios grosores, graba en su memoria el color con sólo entrar en contacto físico con el elemento (“una pared, una fruta, un libro o una revista, una pintura o incluso el juguete de un niño”) y almacena la tonalidad exacta en forma de datos para que luego el usuario pueda pintar —con uno de los modelos, el que contiene cartuchos de tinta— sobre papel y con el otro modelo sobre una tableta electrónica.
Comentarios
Qué sabrá esta peña:
#1 con ese eras el rey del mambo hasta que llegaba uno con éste
Ojo! Incluso un juguete de niño. Lo de los juguetes fue lo más difícil.
El problema es la sangre de unicornio para la tinta, que encarece los recambios.