Para el mundo, el individuo no supone nada. Menos que nada: sólo somos marionetas a las órdenes de un espontáneo mandamiento mecánico (evolutivo) cuya base fundamental física se basa en las leyes termodinámicas (el necesario aumento de entropía). Y así pues, podríamos concluir junto al filósofo español Carlos Castrodeza que: "Una vez ubicado su medio, [el hombre] se vislumbra como un ser forzado a (deseoso de) sobrevivir sobre todas las cosas. No importa cuál sea su sufrimiento, su miseria, su menosprecio a la vida, su desesperación. Se ve arrastrando su existencia, a menudo, de una manera tan tragicómica como amarga".
Y no hay más. Todos vamos a envejecer pronto y todos vamos a morir tras una dura vida de lucha y crianza por y para replicar esas moléculas helicoidales tan chulas que llevamos en el núcleo de nuestras células. El Universo "quiere" reducir gradientes energéticos (aumentar la entropía) y somos un medio más con el que lo consigue. Y si este "deseo" o "necesidad" natural tiene o no alguna utilidad es ya una cuestión metafísica sobre la que casi seguro jamás sabremos gran cosa.
Tanta belleza, al lado de una estación tan breve, sugiere a nuestra atónita razón esta desoladora conjetura: el mundo fue creado sin ningún fin o telos y si -como nos dirían algunos- hay una meta, no somos nosotros. (Joseph Brodsky)
Comentarios
#2 Bueno, lo he entendido así... al hilo de la cita: "Tanta belleza, al lado de una estación tan breve, sugiere a nuestra atónita razón esta desoladora conjetura: el mundo fue creado sin ningún fin o telos y si -como nos dirían algunos- hay una meta, no somos nosotros. (Joseph Brodsky)".
Bueno, todos nos vamos a morir porque para ello lo único que hay es haber nacido. Algunos harán cosas buenas por los demás en lo social (intelectual), otros no harán mucho en esa área pero quizás lo hagan en el área genética... o no... la gracia, la diversión, la cosa que nos cuesta meter en la cabezota es que lo mejor de todo esto es el azar.
#1 No lo has entendido. El envío habla del sinsentido de la vida evolucionada, más allá de como simples transformadores de estados energéticos.
¡Naturaleza, cuánto te veneramos aún a nuestro pesar!.
(Séneca, "Fedra")