Tras leer hoy esta increíble gilipollez: www.meneame.net/story/elon-musk-dueno-google-quieren-todos-trabajen-si
No he podido evitar acordarme de una chorrada que me pasó hace años. Estaba trabajando en una empresa pequeña de una ciudad pequeña de España, que tenía la organización ligeramente más desorganizada de lo habitual para una pyme.
Un día, durante el desayuno, me asaltó una comercial y me preguntó si “¿se puede hacer esto?”, y me contó una idea vaga que podría encajar con la línea de trabajo principal de la empresa. Yo le contesté que sí y le dibujé un proceso nuevo en una servilleta.
Ella cogió la servilleta y, al día siguiente, a espaldas de casi todo el mundo, vendió la idea a un cliente enorme. La servilleta se había transformado en una presentación de 25 páginas a todo color. Más tarde discutió con la dirección y se fue.
Ocho meses más tarde, el cliente nos dijo: “Oye, ¿el servicio tan guay que he contratado y que empieza el mes que viene cómo va? Es que no me habéis dicho nada en siete meses. ¿Todo listo para empezar?” Así que hubo que pedirle al cliente la presentación y el contrato para averiguar qué puñetas le habíamos vendido.
Se dieron cuenta de que había que reprogramar el 25 % o más de la aplicación principal de la empresa, y que tenía que estar lista en 15 días. Así que nos reunieron a todos los informáticos y nos dijeron: “Os tenéis que esforzar al máximo, necesitamos un nivel de compromiso absoluto y total y hacer lo que sea necesario, se tarde lo que se tarde” o algo así era la frase, tampoco la recuerdo exactamente.
Y yo, como soy bastante más despistado que la media, entendí que teníamos que seguir haciendo lo de siempre, ya que yo empezaba a trabajar, rendía al máximo y paraba de trabajar a las 17:30, la hora de salida estándar. Así que seguí haciendo exactamente lo mismo que hacía siempre.
Lo que se tenía que entregar en 15 días se entregó 15 meses más tarde, y a pesar de todo, fue un éxito total.
Por otro lado, unos 25 meses más tarde, me enteré de que la dirección de la empresa estaba cabreadísima conmigo, ya que estaba dando un ejemplo espantoso al resto de los trabajadores al salir todos los días a mi hora, como siempre. Parece ser que algunos compañeros empezaron a dejar de trabajar un poco más pronto siguiendo mi estela. Según me contaron, la dirección se planteó despedirme de manera fulminante, aunque no se atrevieron, ya que quitar a un programador veterano cuando tienes un marrón enorme es una idea terriblemente estúpida.
Y así es como resistí una orden indirecta según la cual había que echar horas extras gratis: sin darme cuenta, con toda la tranquilidad del mundo, sin estrés alguno.
La moraleja de esto se puede resumir en:
A) Las cosas salen bien si no tienes a la gente quemada.
B) Nunca hay que hacer horas extras que no te paguen.
C) Las amenazas de despido se pueden contestar con un “no hay huevos” pasivo-agresivo. (Yo lo hice por accidente, pero conscientemente habría hecho lo mismo).
D) Cuando me fui de esa empresa voluntariamente, un poco más tarde encontré un empleo mucho mejor, así que probablemente, si me hubieran echado, incluso habría empezado a cobrar más mucho antes.
E) Nunca confies en un comercial, ni siquiera los de tu propia empresa.
D) Nunca cumplas una orden que no te den por escrito.