En una noche de elecciones todos ganan y todos pierden. Todos se felicitan y enarbolan sus logros ante las cámaras para poco después discutir a puerta cerrada sus fracasos.
Pierden incluso aquellos que ganan, aún en las dos cámaras. Así, la amplia victoria del PSOE sigue muy lejos de la mayoría absoluta deseada por todos.
Además les vuelve a abocar al mismo dilema del que vienen, quizás con algunas certezas más. El pacto prohibido con C's sería a duras penas justificable bajo una extrema crisis de estado, circunstancia que no se da, incluso sus propios militantes le recuerdan al futuro presidente que es una opción vedada a gritos.
El PP se desploma a la mitad. Uno podría pensar que no puede haber rastro alguno de triunfo en ello pero lo cierto es que sobrevivir después de todo lo que les ha caído en los tribunales y universidades y una moción de censura que les desalojó del gobierno en mitad de su crisis endémica por corrupción no es motivo de asombro menor y se puede considerar parcialmente un éxito.
Por su lado C's adelanta al PP, algo impensable hace sólo unos pocos años pero en vista del reparto de escaños se demuestra a la postre fútil. Como su propio líder ha asumido no hay pacto factible que les pueda llevar al gobierno desde su pretendido centro, ni por la izquierda, por los motivos mencionados, ni por la derecha que por donde se escoran cada día más y de forma más indisimulada.
El descalabro de UP es sin duda importante, pero no tanto como para hacer inviable el esquema de gobierno previo, aunque tal vez debilitando en algo su posición a largo plazo. Aún así es previsible que entren a gobernar en algún tipo de reedición del gobierno que convocó elecciones.
Vox es la novedad que ha marcado la contienda, de la nada se presentan con un número nada despreciable de escaños, sin embargo bastante lejos de los esperados por muchos, sólo por encima de los diversos nacionalistas por separado pero por debajo de su suma y lejísimos de algunos pronósticos que se habían visto en los últimos días. Se añade al hecho de que no hay suma posible para la derecha. Derrota y victoria no son en realidad condiciones excluyentes.
ERC obtiene sus mejores resultados en unas generales. Además podrían dar por sí mismos la llave última del gobierno. Pero teniendo a su líder en prisión preventiva y en pleno proceso judicial para el PSOE sus demandas son una opción harto espinosa, de hecho fue esa falta de entendimiento la que llevó a la convocatoria de elecciones. Está vez podrían no ser tan determinantes, lo que parece apuntar a la necesidad de moderar sus expectativas.
JxC sigue sobreviviendo a un proceso de metamorfosis continua. También pueden dar la llave de gobierno junto a su homólogo vasco, PNV, quizás si ERC no atiende a razones. Así que esos pocos escaños pueden ser más relevantes que los de grupos que han obtenido muchos más. O igual de irrelevantes.
Lo mismo pero al revés para PNV, que también crece, parece que los nacionalismos vasco y catalán se vienen demostrando casi imprescindibles para cerrar un gobierno estable con el partido mayoritario desde ya hace bastantes años, ya sea desde la izquierda o desde la derecha.
Bildu se dobla, sin duda una buena noticia para todos que las propuestas abertzales encuentren su cauce en las instituciones y se normalicen dentro de la vida política, deshaciéndose del estigma de la violencia. Sin embargo la opción vasca desde el punto de vista de la formación de gobierno junto a PNV, que se antoja algo improbable, a estas horas no alcanza la suma por un solo escaño, si no se mueven las cifras.
Y este es un balance aproximado de un domingo cualquiera de elecciones, ahora que ya sabemos el qué lo difícil es anticipar el cómo, algo bastante más complejo. Eso será algo más complicado de resolver y aclarar que con unas pocas líneas, pero ya es trabajo de otros. Al fin y al cabo, para eso les pagan, ¿no?