Si de pequeño te gustaban las ciencias, el arte o la tecnología y te has ido fuera a hacer lo que te gusta, no estás todo el día pensando "cuándo volveré a casa".
Si eras el marginal del pueblo y te has currado una vida nueva con colegas y pareja y vida social en Londres o Berlín, tampoco piensas en volver mucho más que para ver a tus viejos.
Si eras un currela de fábricas que se tragó aquello de que "afuera gana más un camarero que un ingeniero en España" y ya te veías conduciendo tu monovolumen desde tu adosado al puesto de operario en una factoría... entonces sí, lo que quieres es salir corriendo del piso que compartes con 4 pakistaníes en un barrio obrero lleno de elementos pro-isis en una ciudad extraña y fría y volverte a despotricar de Zapatero, Rajoy o quien toque mientras te echas unas selvesitas en el bar del barrio con tus colegas preguntando si alguien tiene costo.
Hay diferentes situaciones para diferentes personas
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Voy a dar una referencia rapidita, con sólo un colegio electoral, el mío de las últimas elecciones.
Había 3903 votantes censados, correspondientes a 6 mesas.
Votaron 2485 personas.
Eso supone que hubo más de 2.500 personas pululando por el colegio electoral entre los votantes, miembros de las mesas, apoderados que van y vienen, familiares de gente que iba a votar, el representante de la administración... De esas personas, la mayoría han tocado las papeletas, las urnas, los sobres, bolígrafos, han estado de cháchara en el colegio electoral o en la cafetería del mismo...
Es una situación óptima para un contagio masivo, especialmente en las mesas donde están las papeletas, así como las cabinas electorales.
Esto es sólo un caso suelto, ahora multiplicad esto por la cantidad de colegios electorales, y tenemos la epidemia servida.