Los editores de The Lancet se han retractado del estudio que publicaron en 1998 de Andrew Wakefield, que relacionaba las vacunas con el autismo. El estudio estaba manipulado, no incluía una muestra de niños suficientes y tenía intereses creados de antemano. Debido al alarmismo generado, muchos padres dejaron de vacunar a sus hijos, produciéndose brotes de enfermedades erradicadas en el primer mundo.
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