Sus biografías hablaban de un accidente de circulación que nunca sucedió. Cuando el atleta paralímpico Sebastián Rodríguez regresó de los juegos de Sidney en 2000 con cinco medallas de oro, comenzó a saberse la verdad: aquel nadador parapléjico era víctima de la huelga de hambre con la que, en 1990, reivindicó desde la cárcel la unificación de los presos del GRAPO en una sola prisión. Hasta ayer mismo pesaba el cumplimiento de parte de una condena de 84 años. Un indulto del Consejo de Ministros acaba de consagrar su vuelta a la sociedad.
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