Hace 13 años | Por mnlrhz a elpais.com
Publicado hace 13 años por mnlrhz a elpais.com

Gracias a planteamientos como estos, cada curso tenemos más alumnos capaces de superar mecánicamente unos exámenes risibles, pero incapaces de expresarse de forma adulta y crítica. Alumnos a los que, en un ejercicio de cinismo, les recriminaremos -cómo no- su desinterés por la lectura.

Comentarios

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Cien por cien de acuerdo, si yo me aficioné a la lectura fue porque empecé a leer libros por mi cuenta. Si es por lo que me obligaban a leer en el colegio no tocaría un libro ni por equivocación.
Como ejemplo aún recuerdo como con diez años nos mandaron un libro que trataba sobre un internado a finales de los años 50, al profesor le recordará su juventud pero que me expliquen como un niño de diez años criado en la era de la abundancia va a comprender las vivencias de unos niños que pasaban faltas por más aventuras que tenga el libro.

Desde mi punto de vista a los alumnos de colegios e institutos se le ha de introducir con libros que sean amenos y comprensibles ya que fomentarán la lectura, una vez el habito tomado se puede pasar a clásicos más complejos.

Evidentemente esto no solo va para la asignatura descrita en el articulo sino para todas las asignaturas de literatura.

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El problema es que no tenemos claro que una cosa es el fomento de la lectura (con implicaciones favorables en la mayoría de los procesos cognitivos y de aprendizaje) o el fomento de un tipo de literatura perteneciente a un canon más o menos acertado.