Los españoles también tenemos una idea que es un totem, una idea que persiste a pesar de que la realidad testarudamente recomienda una alternativa más sensata: la idea de que todo ciudadano español, rico o pobre, grande o chico, tiene que, en algún momento de su vida, meterse en una hipoteca y comprarse una casa. En España el comprar una casa se ha convertido en el rito de paso definitivo, lo que convierte a una persona en adulta.