Hace 11 meses | Por liztorra a noticiasdenavarra.com
Publicado hace 11 meses por liztorra a noticiasdenavarra.com

El juego de la pelota, evocador de leyendas y mitos en nuestra tierra, cargó durante la Segunda República y la guerra con la fama de ser un reducto conservador, tradicional y derechista. Sin embargo, revisando aquella época afloran importantes protagonistas republicanos y de izquierdas; pelotaris rojos que terminarían por sufrir la represión y el olvido.

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La Federación Navarra de Pelota eligió en 1928 como vicepresidente a un joven estudiante de Derecho, Jesús Monzón, que también era presidente del Club Indarra y terminaría convirtiéndose en el líder comunista navarro. Como vocal aparecía el socialista José Goñi Urriza, también funcionario de Diputación. En las sucesivas directivas aparecen los republicanos Pablo Archanco o Toribio López. Los pelotaris del cuadro eligieron en 1930 al republicano Enrique Astiz como abogado asesor de la Asociación de Pelotaris de Remonte en Navarra para dilucidar con la patronal condiciones y salarios de los deportistas.

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¿Qué fue de todos ellos en 1936? Tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, el mundo pelotazale padeció la violencia y la represión instauradas la dictadura. Veamos cómo la sufrieron nuestros protagonistas.

Abdón el de Pitillas–tenía entonces 53 años– se escondió en la Bardena junto a un grupo de compañeros socialistas. Allí los detuvieron a todos y, tras varios ingresos en prisión, el pelotari pitillés fue condenado al pago de 200 pesetas. El industrial del calzado Toribio López fue procesado y condenado a pagar una cantidad bastante más sustancial: 25.000 pesetas. Además, cuatro de sus hijos fueron detenidos y encarcelados. El arquitecto municipal Serapio Esparza, proyectista del Euskal Jai, fue inhabilitado. Martín Goñi, ingeniero industrial, constructor del Frontón Atarrabia y militante de ANV, fue detenido, conducido a prisión y condenado a pagar 75.000 pesetas. También le embargaron la manzana de su propiedad destinada a viviendas sociales y a la nueva Casa del Pueblo, en la Calle Navarro Villoslada, número 6, de Pamplona; allí se estableció de okupa el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Enrique Astiz, el abogado de los remontistas, fue asesinado mientras que Monzón y Goñi, de la Federación, lograron huir para evitar su detención.

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El Euskal Jai terminaría siendo campo de concentración de presos políticos. La trasera, la Calle de la Merced, fue la calle que más sufrió la represión en la capital: 17 vecinos fueron asesinados.


Y así, un largo etcétera. Y entre los fundadores y jugadores del CA Osasuna, más de lo mismo. Ahora hay gente trabajando para recuperar aquella historia. https://osasunarenmemoria.wordpress.com/

fofito

#1 Sin problema,eso son cuestiones que ya pasaron,no hay nada que rememorar.Como mucho que hubiera de por enmedio unos comunistas que no merecen mayor reconocimiento que su vil aportación a la cruzada nazional.