El Ishiguro Lab de la Universidad de Osaka, en Japón, es famoso por el realismo de sus humanoides, pero en este laboratorio también se trabaja con enjambres de diminutos robots que aprenden y se coordinan con sus compañeros. Esta es la línea de investigación del ingeniero español Eduardo Castelló (Valencia, 1984), quien considera que, en contra de lo que vemos en las películas, estos pequeños robots serán los que de verdad nos simplificarán la vida.
Comentarios
La verdadera revolución son las robotikas sexuales con cuerpazos de escándalo, culos respingones y tetazas de primera categoría.
Y encima jamás tendrán patas de gallo porque no fruncirán el ceño cuando les pidas una soberana guarrada, ese es el futuro.
Nadie lo quiere ver, pero la verdadera revolución será poder tener una robotika de estas tremendas en tu propia casa y programarla con el mejor vídeo porno de tu estrella favorita de internet, sin tener que salir de casa ni nada y encima vistiéndola como quieras.
A partir de ahí habremos llegado al futuro de la evolución del hombre.
#8 te imaginas un futuro en el cual los hombres ya no les guste tanto copular con las mujeres y prefieran las robotinas? Me interesaría ver que pasa con aquella dinámica hombre-mujer y con cosas como el feminismo y el machismo y todas esas situaciones.
GNU/Linux tiene miles de pequeños programas que hacen buenos trabajos y además se pueden mezclar usando tuberías.
#2 Si te limpian la tubería entonces ya no eres tan asexual
Es el momento de roomba, el verdadero skynet
#0 Gracias por enviar esta noticia, conozco al chaval (estudie con el) y la verdad es que se lo ha currado mucho. Me alegro por el y ojala esta noticia llegue a portada y pueda difundirse, ya que lo que dice el articulo es muy interesante.
Yo ya tengo uno en casa. Solo tengo que meterle una cápsula, ponerle una taza, apretar un botón y me hace un café.
#4 Yo se lo pido a mi madre y eso que me ahorro.
#5 Yo se lo pedí a mi madre y me dijo que me lo hiciese yo con mis huevos.
Los del hospital aun no se lo creen.
#5 Pero es que a mi siempre me han vuelto loco los robots y la inteligencia artificial. Este robot lo reúne todo. Ahora estoy intentando que hable. Le voy diciendo cosas para que vaya aprendiendo, aunque todavía no dice nada. Dolce Gusto se llama la criatura.