En el uso que le demos a la coma nos jugamos gran parte de nuestro prestigio como escritores (o al menos como redactores): si la colocamos bien, tendremos ganado mucho en la redacción de un texto; en caso contrario, el caos está garantizado. El asunto está en saber cuándo debemos escribir la coma y cuándo hay que omitirla. Sencillo, ¿verdad? Pues no tanto, porque –entre otras chinas en el zapato–
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