#36, Razonamiento coherente (como no podría ser de otra manera, viendo lo bien que lo razonas). En mi opinión, basas tu razonamiento sobre la premisa de que el arte son "estructuras lógicas que son agradables por motivos objetivos" cuando otros pensamos que el arte es ante todo un proceso de comunicación a medio camino entre el orden y el caos, que encuentra "belleza" (o lo que sea que el artista pretendía comunicar) al conseguir que el receptor asimile el mensaje artístico a sus experiencias emocionales anteriores.
Son dos concepciones radicalmente distintas, aunque seguro que ambas tienen su punto de razón.
He estado en reuniones de una Federación Hotelera de nuestro país, y un empresario hotelero comentaba con énfasis las peripecias que le habían ocurrido alojar una serie de grupos de turistas procedentes de Israel. Aunque también entre amigos se comentan las salvajadas que hacen algunos jóvenes hijos de la gran bretaña cuando visitan nuestra isla. Los españolitos también somos "tela" como turistas.
Yo mismo he comprobado después de más de 20 años trabajando en hoteles como en el mismo establecimiento puede haber un follón tremendo o una amable organización dependiendo de si los comensales son alemanes, españoles, italianos o, por otra parte, gente demasiado joven, gente demasiado mayor, familias con niños... Aunque lo políticamente correcto es decir que "todos somos iguales", lo cierto es que cuando reúnes a un número suficiente de gente, empiezan a darse determinados patrones de conducta. Así acabamos confirmando tópicos como que los belgas son muy majos y muy buenos clientes, que los holandeses sienten aprecio por los españoles, que los franceses nos miran por encima del hombro, que los alemanes creen que su destino es poner orden en el mundo, etc... Siempre con un elevadísimo número de excepciones, por supuesto.
Por eso, en algunos establecimientos no se contrata con touroperadores de tal o cual nacionalidad, o tal o cual segmento (familias, estudiantes, etc...). Es algo mucho más habitual de lo que parece ya que, habiendo hoteles a patadas, cada cual intenta adaptarse lo mejor posible a un "target" de cliente específico.
No es racismo, aunque lo parezca. Lo que anima a algunos empresarios que adoptan estas prácticas no es una animadversión de índole cultural o racial, sino más bien pragmática.