Adopté a mi cachorro hace algo más de cinco meses y estoy encantada. Es verdad que es mucho trabajo, que a veces me saca de quicio, que se pone pocho, que hay que ir al veterinario, que hay que salir al parque, que hay que platearse los viajes de otra forma, pero Unsu va donde voy yo, le dedico mucho tiempo para pasear, para educarlo, para que esté a gusto y creo que he conseguido que sea un perro feliz.
A mí por lo menos me parece de las mejores cosas que he hecho nunca.
Pues seré la excepción, pero nunca he pedido a ninguno de mis amigos informáticos que tocaran mis equipos. A base de horas de estudio, he conseguido arreglar la enorme mayoría de los problemas que he tenido con la informática. Hace relativamente poco, mi portátil empezó a hacer cosas muy raras. Después de 15 días probando todo lo que se me ocurrió y consultando foros varios instalé Kubuntu. Ahí sí que he pedido ayuda a un amigo, pero sólo como orientación para ver qué programas podía instalar para hacer cosas que antes hacía en Windows y cómo instalarlos, que cuando no has usado la consola en tu vida, no es nada fácil.
Ahora tengo Kubuntu que funciona fenomenal y un Windows 7 a través de VirtualBox para poder trabajar con Office (que al final es lo más cómodo por costumbre) y aprovechar mi colección de juegos.
Lo único que me falta es poder usar la impresora, que no sé muy bien por qué, no quiere reconocer el USB, pero sigo investigando.
Los amigos informáticos para mí son amigos, y punto. Hablarles de Sistemas Operativos cuando salimos es como mentarle el quirófano a un cirujano, algo desagradable que no me gustaría que me hicieran.