#12 El dinamismo de la rae para nada es parejo con la realidad liungüística. Su trabajo en determinados momentos roza lo ridículo, recoge, por ejemplo, usos del siglo XVIII, y sin embargo (acabo de consultar el DRAE y me ha sorprendido en su última edicción recoger: sobar jalar y enrollar, jeje ya no los puedo poner tan a caldo, aunque bueno los marca como usos coloquiales y en definiciones secundarias)Aún así las labores lingüísticas de las gramáticas y diccionarios deberían dejar de ser tan preescriptivas (es decir poner normas y normas y más normas) y comenzar a ser más descriptivas. Crear palabras nuevas casí diariamente es una necesidad del lenguaje, muchas caeran en desuso, otras se establecerán: Góngora lo hizo en su tiempo con cantidad de cultismos (emular, nocturno, crepúsculo) al igual que otros poetas y escritores desde la Edad Media. No sólo eso, sino que los jovenes necesitamos expresiones propias para diferenciarnos, aquí en Coruña tenemos todo un dialecto montado: truja, ja, ki, chinorro, chuquel, puril etc etc. El lenguaje es un ser vivo, su alimento: las palabras (perdón por el rollo es que este tema me toca de cerca, no puedo evitarlo)
#25 Yo sólo quiero dejar patente la dificultad de los diccionarios para ser espejos de un idioma, no lucho porque se reflejen las palabras de los jovenes, me la pela, una palabra no necesita aparecer en un diccionario para demostrar su existencia. Porque la lengua es un ser vivo, un reflejo de la realidad en un tiempo y en un espacio, y los diccionarios nunca podrán dejar de ser diccionarios HISTORICOS, es como la ley que siempre va por detrás de las necesidades de la sociedad. El problema es que la gente cree que el diccionario es el padre de la lengua, y que si algo no está en el diccionario es incorrecto y su uso indebido. NO, NO y mil veces no, en la lengua no hay ningún uso indebido si consigue su fin: COMUNICAR. Por eso la RAE no determina que yo me entienda contigo o que no me entienda contigo, es más Cortazar hizo una gran demostración de esto (consultese el capítulo 68 de Rayuela), otra demostración son las lenguas indígenas sin diccionarios ni gramáticas: se comprenden perfectamente. Lo que quiero es que el diccionario no sea la biblia del idioma.