En El hombre invisible de H.G. Wells, Griffin se inyectaba una 'pócima decolorante' para desaparecer y así evitar las continuas broncas de su casero, mosqueado porque el científico no salga apenas de su cuarto y, sobre todo, por haber hecho desaparecer a su gato. La historia no termina bien, pero para el equipo de Luis Landesa es la analogía perfecta para explicar su invento: la poción de invisibilidad
Comentarios
Y dependiendo de lo enanos que sean, no hay quien los vea.
Así también invento yo, oiga.
Joder, se la podrían haber pedido a un colega mío que la lleva usando años y le va de cojones.
Eso sí, solo funciona con mujeres.