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Hace exactamente siete años y tres días, Mas proclamaba ante las 2.000 personas reunidas en el Palacio de Congresos de Cataluña que el ingrediente esencial de la "refundación del catalanismo" que pretendía abanderar sería el derecho a decidir. El recuerdo de aquel discurso -primer punto de inflexión en su estrategia soberanista- planeará Martes sobre el Auditorio del Forum mientras pronuncie la conferencia Después del 9-N: tiempo de decidir, tiempo de sumar. (Trad. de noticia íntegra en comentario 1 por ser de pago)

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Roger Mateos, Barcelona:

Hace exactamente siete años y tres días, Mas proclamaba ante las 2.000 personas reunidas en el Palacio de Congresos de Cataluña que el ingrediente esencial de la "refundación del catalanismo" que pretendía abanderar sería el derecho a decidir. El recuerdo de aquel discurso -primer punto de inflexión en su estrategia soberanista- planeará Martes sobre el Auditorio del Forum mientras pronuncie la conferencia Después del 9-N: tiempo de decidir, tiempo de sumar.

¿Qué mensaje transmitirá? El presidente de la Generalitat hace días que se reúne con cargos del partido y del Gobierno para captar opiniones sobre los próximos pasos del proceso. El rumbo concreto que propondrá el 25 de noviembre la está ultimando él este fin de semana, pero ya ha transmitido algunas claves en su entorno. Si siete años atrás el paso adelante consistía en situar el derecho a decidir en el centro de la agenda de su partido, ahora, según las diversas fuentes consultadas, el salto cualitativo será explicitar la independencia como horizonte, sin recurrir a eufemismos que difuminen el concepto.

Nada que hacer con un estado hostil

En las reuniones que Mas ha mantenido con cuadros convergentes en las dos últimas semanas ha esbozado algunos de los argumentos que quiere desplegar. Después de haberlo intentado todo para pactar una consulta con el estado español, el resultado de poner urnas el 9-N ha sido una querella: la enésima constatación de que Madrid no llegará ninguna oferta de tercera vía. Mas pondrá de relieve que Cataluña está ahora en un momento trascendente, que ha llegado la hora de pasar a la siguiente fase del proceso y que él está dispuesto a avanzar elecciones si han de servir para medir los apoyos a la independencia.

Pero las elecciones sólo las convocará si los partidos soberanistas las transforman en una especie de plebiscito. Antes del 9-N, Mas era estricto a la hora de establecer las condiciones: lista unitaria -al menos con apoyo de CDC y ERC-, un único punto en el programa -estado independientemente y elecciones en el primer trimestre de 2015. fortalecido tras el éxito del 9-N, ha dejado de ser tan taxativo, pero las conversaciones para definir el formato de las plebiscitarias serán intensas.

Mas ha transmitido a sus que en los próximos tiempos acentuará su rol presidencial y deberán ser los partidos los que negocien. Su desiderátum pasa por configurar una candidatura transversal, con él al frente, en el que se aparquen las siglas tradicionales y se ceda protagonismo a nombres de prestigio de la sociedad civil. Está convencido de que sería una fórmula ganadora. Pero Junqueras no piensa lo mismo, sino que quiere listas separadas con puntos programáticos compartidos y un paraguas común al nombre de las candidaturas. Una alianza con Mas, interpretan los republicanos, provocaría una fuga de votos de protesta hacia opciones antisistema emergentes como la CUP o Podemos.

En las filas nacionalistas se niegan a creer que por separado se sume más y destacan que lo que está sobre la mesa "no es una coalición electoral en términos clásicos", sino una lista despartiditzada, que implicaría que los partidos pasaran a "hibernar" el tiempo que fuera necesario hasta culminar el proceso. "La unidad sería el revulsivo para ganar las elecciones, tendría un efecto multiplicador", exponen fuentes convergentes. Para Mas, con un partido en las horas más bajas desde la confesión de Jordi Pujol, sería la mejor solución para mantenerse al timón del proceso. Pero, para ERC, con unas perspectivas de crecimiento históricas, esta fórmula representaría un sacrificio. Por ello, Mas pedirá generosidad para entender que esta vez hay que revolucionar los esquemas electorales tradicionales.

A pesar de la presión a los republicanos para confluir en una misma lista, algunas voces en el entorno del presidente no descartan otros escenarios, como una candidatura también liderada por Mas acompañado de personalidades civiles pero sin ir de la mano con ERC. Ahora se siente reforzado tras el 9-N y la querella contra él. Ayer Junqueras garantía de que hará "lo que sea necesario" para defenderlo y el expresidente José Montilla incluso se ofrecía como testigo de la defensa. Hay un tercer escenario, analizado en los despachos nacionalistas, que consistiría en proponer un gobierno de unidad para preparar las plebiscitarias y forjar una suma electoral.

El dilema del calendario

Cuando se podrían celebrar las elecciones? Altos dirigentes del Gobierno y del partido, según las fuentes nacionalistas consultadas, se han pronunciado internamente en las últimas semanas a favor de los primeros tres meses de 2015. Pero no es un posicionamiento unánime. Mas pidió opinión al mundo local convergente, y los alcaldes no pudieron acordar un criterio unívoco. Personas de confianza de Mas le sugieren hacer coincidir las plebiscitarias con las municipales del 24 de mayo si hay acuerdo para presentar listas unitarias. Otras voces proponen esperar, básicamente por un motivo: los 1,8 millones de papeletas del sí-sí el 9-N son muchos votos, pero no garantizan una mayoría clara en una consulta definitiva.

Mas, como adelantó el ARA miércoles, ha hecho un llamamiento interna para salir a convencer a los votantes del sí-no y ensanchar la mayoría independentista. Es un factor que puede condicionar el calendario: no quiere precipitarse convocante sin saber si esta mayoría es bastante sólida -y, a ojos suyos, las listas separadas no ajudarien-, pero al mismo tiempo es consciente de que dejar pasar un tiempo excesivo podría acabar desinflando la movilización soberanista. Y acercar las plebiscitarias a la fecha de las generales de finales del año que viene, en que Podemos amenaza de hacer añicos el actual sistema de partidos, podría alterar el foco de debate y atomizar aún más el mapa político catalán. La incógnita del calendario se irá desvaneciendo según cómo evolucionen las negociaciones entre las fuerzas soberanistas hasta final de año.