Hace 12 años | Por mainzer a europapress.es
Publicado hace 12 años por mainzer a europapress.es

El padre de Marta del Castillo, Antonio del Castillo, ha mostrado su intención de recurrir, como seguramente lo haga Miguel Carcaño, ante el Tribunal Supremo la sentencia judicial que ha juzgado el caso de su hija porque considera que "en España la ley puede cambiar de un juez a otro" y siendo así, "no se sabe qué puede pasar".

Comentarios

Tanatos

Los jueces son imparciales. Cuando fijan una sentencia ven los hechos, los eximientos y los agravantes y a partir de ahí dictan una resolución. Puedes estar de acuerdo o no en la sentencia, pero el sistema judicial te permite recurrir si no se está de acuerdo tanto si el que recurre es la acusación como la defensa. En los delitos de sangre no todos los jueces van a dictar la pena máxima sino los jueces no serían imparciales en ese sentido y eso la sociedad no es consciente de ello. La sociedad sólo quiere la pena máxima en estos casos y eso no es posible. Puedes ser injusta la sentencia pero el sistema judicial es justo. Sería injusto si no se pudiera recurrir a una sentencia que no se está de acuerdo pero hay mecanismos judiciales que hacen que se pueda recurrir una sentencia. No podemos pedir todo lo que quisiéramos en el sistema judicial pero al menos tenemos la esperanza de recurrir cuando no se está de acuerdo con el fallo judicial.

GuL

Si, es lo que tiene la interpretación.

C

#1 y es lo que permite evitar injusticias por triquiñuelas legales.

telaeh

¿Cansina?
Cansino me parece a mi que pase tanto tiempo y no se haya resuelto el caso. Seguramente que los que votan cansina, no pensarían lo mismo si fueran los familiares de Marta.

mainzer

#3 Efectivamente. Dejemos de debatir las cosas raras de la justicia (y de la economía, y de la política, y de...), que es algo cansino.

telaeh

#5 lol

telaeh

#5 Sorry, había malinterpretado tu comentario.

ayatolah

Y no solo de un juez a otro, sinó de un partido político a otro.

Y no lo digo por la distinta vara de medir que se usa según quien se siente en el banquillo (que la mayoría de las veces no se llegan ni a sentar), sinó que puede venir el partido de turno y cambiar las leyes a su antojo.