El ser humano se ha acostumbrado a Internet, nadie es nada sin este valioso instrumento. El problema está en que las industrias culturales, los grandes generadores de ideas, no acaban de encajar el duro revés de la palabra “compartir” y junto a los Estados se han propuesto arremeter contra la utilización ácrata de Internet. ¿Su instrumento de lucha? El más absurdo de los bastiones conocidos contra el tráfico de ideas, la Inquisición.