Hace 5 años | Por Crítica a izquierdadiario.es
Publicado hace 5 años por Crítica a izquierdadiario.es

Las mujeres haremos huelga el próximo 8M ¿Cómo? Una pregunta que abre profundos y necesarios debates que expresan estrategias de emancipación en disputa dentro del movimiento feminista.


No estábamos en cualquier territorio. Era Gijón, en las tierras asturianas donde las mujeres de las cuencas mineras tuvieron un rol protagónico en las huelgas desde la década de 1960, bajo un Régimen franquista que se imponía con el estado de excepción. Ni la historia, ni las direcciones de los grandes sindicatos las reconocen.

Y estábamos ahí, en Gijón, cientos de mujeres feministas organizadas y comprometidas. Algunas en colectivos feministas, en sindicatos o partidos, otras independientes. Jóvenes, estudiantes, trabajadoras, inmigrantes, racializadas, madres, solteras, amas de casa, de diversa sexualidad. Todas decidiendo protagonizar otra jornada histórica, pero no de forma espontánea. Organizadas, con ideas en debate.

Y por qué no decirlo, “en disputa”, porque estamos debatiendo diferentes estrategias de emancipación no sólo para que no nos sigan matando y violando, o para que desaparezca esa absurda brecha laboral (y de pensiones), para que no nos pesen más las cargas de cuidados, esa esclavitud del hogar muy unida a la de la precariedad laboral donde estamos sobrerrepresentadas. También porque queremos pararlo todo y demostrar que la mayoría de “las mujeres al frente” -las trabajadoras, las pobres, las inmigrantes, jóvenes- podemos socavar las bases de este sistema patriarcal y su alianza criminal con el sistema capitalista.

¿Pero cómo hacerlo? Los debates están expuestos, ahora es momento de desarrollarlos en los territorios y por comisiones ¿cómo y qué carácter deberá tener la próxima huelga? ¿mixta, no mixta? ¿de mujeres, feminista, general, ambas? La relación con los sindicatos y otros sectores de la sociedad en lucha. La jerarquía de los ejes de la huelga: cuidados, laboral, estudiantil y consumo.

El debate, a modo de síntesis, gira en torno a dos posturas. En el Encuentro algunas voces decían que, “Las huelgas laborales clásicas ya no nos sirven”, “Las huelgas laborales invisibilizan las tareas de cuidados que sólo hacemos las mujeres”, “Los sindicatos no sirven”. Otras tendían en cambio a hacer eje solo en la huelga laboral, diciendo que “La huelga tiene que ser laboral”, “Los sindicatos tienen que convocar” o “La huelga tiene que ser general”. También otras defendíamos de forma interrelacionada la huelga de cuidados -para visibilizar el trabajo no remunerado en los hogares- con la huelga laboral -para afectar las ganancias de los capitalistas- y la huelga estudiantil, para pararlo todo.


Huelga laboral: la clase trabajadora no es sólo masculina

Podemos afirmar que la huelga laboral representa a una gran mayoría de mujeres. La clase trabajadora no es sólo masculina, aunque este sistema nos quiso condenar al encierro de los hogares e invisibilizar el trabajo asalariado femenino considerándolo “complementario” al “principal”: el del jefe del hogar. Nosotras representamos más del 40% de personas ocupando nuestro tiempo en centros de trabajo productivos y de servicios, que nadie nos reconoce más que con un menor salario y contratos precarios: tres de cada cuatro empleos de jornada parcial son destinados a mujeres. Este porcentaje es muy elevado en actividades sanitarias y servicios sociales en un 77,5%. En la educación el 67,4%, en el sector servicios el 66,6% y en las tareas vinculadas al cuidado o empleadas del hogar, el 88,6%.

La huelga en los centros de producción y todo tipo de puestos de trabajo es fundamental para la mayoría de las mujeres, las trabajadoras, que venimos hace años luchando por reivindicaciones como: a igual trabajo, iguales condiciones, derechos y salario. Contra la discriminación, el acoso y la precariedad laboral. Por el pase a plantilla fija de todas las trabajadoras, la prohibición de las externalizaciones, los contratos temporales y las ETTs. Que “los papeles” no sean un chantaje patronal para las trabajadoras inmigrantes. Contra los recortes en sanidad, la educación y los servicios públicos; entre muchas más.


Una huelga de mujeres que no visibilice nuestro “trabajo no remunerado”, no será total o general

Una huelga de mujeres no será total o general si no visibiliza explícitamente que esta gran mayoría de mujeres asalariadas es la que, al igual que las amas de casa sin trabajo asalariado -muchas obligadas a dejar su centro productivo para cuidar de su familia-, realiza el “otro” trabajo no remunerado, no reconocido. Contando así con esa “doble carga” de trabajo que los capitalistas se ahorran y que con la crisis se hace más pesada y precaria.

Y ahí estábamos, en Gijón, y me venía a la memoria eso que nos contaron de que en Asturias, cuando la actividad minera estaba fuertemente masculinizada, las mujeres trabajadoras o esposas, compañeras e hijas de los mineros habían tenido un importantísimo rol, expuestas al mismo nivel de represión que sus compañeros mineros, donde las cárceles se llenaban de mujeres que habían sido torturadas y asesinadas.

Es decir, no sólo las mujeres trabajadoras fueron grandes protagonistas de las luchas obreras. También lo fueron las ‘amas de casa’, constituyendo con su lucha un puente entre el hogar y el barrio y los centros de trabajo, que por ejemplo en las cuencas mineras de Asturias “transformaron sus casas en lugares de reunión, sus idas al mercado en ocasiones para la agitación política, las puertas de las cárceles en puntos de encuentro desde los que organizar la asistencia a los presos políticos y las bocas de los pozos en lugares desde los que transformar el conflicto laboral de los hombres en un conflicto social multitudinario” (Blanco Cabrero, Claudia, 2007). Cientos de gestas obreras hubieran sido imposibles de llevar a cabo sin las “comisiones de mujeres” para hacer cajas de resistencia o guarderías para las familias obreras en huelga.

Eran/son esas mujeres luchadoras cotidianas, que salieron/salen del hogar para luchar en los barrios, en las escuelas, en los mercados contra esa carga pesada que significa la esclavitud del hogar, cuidando de personas dependientes, cocinando, cuidando de los hijos e hijas, lavando y limpiando. Muchas veces para las familias propias. Pero también para familias ajenas, sin contrato, algunas de internas con salarios “en especie” (casa y comida), otras “haciendo horas”. Algunas “nativas”, muchas otras más inmigrantes, bajo un sistema que se mantiene desde nuestras abuelas, las que se trasladaban desde el sur -Jaén o Extremadura- para trabajar en las fábricas textiles de Catalunya o de ‘criadas’ en el País Vasco o Madrid. Hoy, desde otros continentes para cuidar de ancianos y niños, limpiar y cocinar, sin contratos y con el chantaje de “los papeles”.

La huelga de mujeres tiene que denunciar que seguimos siendo esa “gran fábrica invisible” recluida en los hogares, con la doble jornada laboral en nuestros centros de trabajo y, al salir, de tareas domésticas y de cuidados de forma totalmente gratuita para el capitalismo. La huelga feminista también tiene como desafío retomar reivindicaciones como: guarderías gratuitas a cargo de la patronal y el Estado en centros de trabajo durante las 24 horas. Residencias para personas dependientes gratuitas. Si se socializaran estas tareas a cargo del Estado, debería desaparecer el trabajo en negro de millones de mujeres, mayoría inmigrante, sin absolutamente ningún derecho, arrojadas permanentemente a la discriminación, abusos de todo tipo y jornadas de explotación.


Las “alianzas” que tenemos que tejer… para revolucionarlo todo

Varias mujeres han interpelado a quienes no apoyan una huelga mixta: “¿Cómo hago yo, con dos hijos y dos perros, para hacer huelga, si mi compañero no para?” Otras voces decían: “¿Diremos a nuestros compañeros de trabajo y estudio, que hagan de ‘esquiroles’ este 8M, y no paren?”

Este 8M las mujeres nos vamos a preparar para hacer otra(s) huelga(s) desde nuestra posición social y laboral, otra jornada de huelga general de mujeres y paralizarlo todo por nuestras reivindicaciones, que son muchas. Sin el enorme ejército de mujeres, vital para el funcionamiento del sistema de reproducción social y económico no podría funcionar el centro del sistema capitalista, el de la producción, el del trabajo asalariado que explota a las mujeres y a todo el conjunto de la clase trabajadora.

No obstante, si hacia la huelga las mujeres tejemos alianzas con todos los sectores de la clase trabajadora, se podría paralizar la totalidad de los servicios de transporte y telecomunicación para y por las reivindicaciones de las mujeres. Si nuestros compañeros y la juventud apoyaran activamente nuestra huelga de mujeres y feminista, cuestionando también el machismo dentro de los centros de trabajo y estudio, le daremos otro golpe aun más fuerte al centro de este sistema patriarcal tan necesario al sistema capitalista. Un sistema que se nutre de la división a base de múltiples opresiones, de género, de raza, para sostener los pilares del sistema de explotación.

Lejos de hacer “fetichismo” de la huelga general, este debate incorpora la idea de que el movimiento de mujeres necesita múltiples acciones de movilización e iniciativas. Y que propuestas como la huelga de consumo y la huelga de cuidados pueden ayudar mucho a visibilizar la opresión patriarcal, y que junto a la huelga laboral y estudiantil se puede lograr paralizar toda la producción capitalista, afectando sus ganancias, paralizando el transporte, los bancos, las empresas y las comunicaciones- haciendo piquetes, ocupación centros de trabajo y estudio. De este modo pondríamos en cuestión en los hechos el dominio capitalista de la producción, mostrando el potencial de “las mujeres al frente” de las demandas de la mayoría, las pobres, trabajadoras, inmigrantes, jóvenes, amas de casa, precarias y del conjunto de la clase trabajadora y la juventud. Mostrando así las posibilidades de luchar por otro tipo de sociedad, sin explotación ni opresiones.


Un movimiento de mujeres independiente de los partidos capitalistas del Régimen del 78

¿Y los sindicatos?

Miles de mujeres hemos sentido una fuerte rabia ante la convocatoria de 2 horas de paro el pasado 8M por parte de los sindicatos mayoritarios, decidida por arriba, como siempre, sin haber convocado ni una asamblea en los centros de trabajo para decidir qué huelga y qué reivindicaciones necesitábamos las mujeres. Solo los sindicatos de la izquierda sindical apoyaron la huelga de mujeres convocando a 24 horas de huelga.

Nosotras también podemos revolucionar los sindicatos -que abandonan a los sectores de la clase trabajadora más vulnerables como las mujeres, la juventud o las personas migrantes-, imponiéndoles una gran huelga general que encabezaremos las mujeres y el movimiento feminista. Se trata de revolucionarlo todo, de retomar esa enorme tradición de las mujeres trabajadoras que han luchado dentro y organizadas en los sindicatos contra las direcciones burocráticas de mayoría masculina, que siempre intentaron negar nuestras reivindicaciones laborales. Sin estas mujeres sindicalistas, no hubieran sido posible importantes conquistas, muy a pesar de las direcciones burocráticas.

¿Y los partidos?

Durante el Encuentro se escuchaban voces “contra todos los partidos”, sin distinción de clase e ideología política. No obstante, una gran mayoría denunciamos a los partidos capitalistas del Régimen que como el PP y Ciudadanos, enfrentaron la huelga de mujeres de 2018, así como los engaños del partido social liberal del PSOE cuyo gobierno se dice feminista, y podríamos nombrar una larga lista de partidos capitalistas autonómicos más. Frente a las grandes manifestaciones contra los feminicidios, desde el PP, PSOE, Cs y Podemos, se vieron obligados a implementar un Pacto de Estado, muy limitado en sus propuestas y con importantes tijeretazos en los presupuestos.

Sin embargo, muchas mujeres estamos organizadas en partidos de izquierda -de diferentes estrategias políticas, muchas en disputa- que luchan contra este Régimen, el sistema capitalista y sus partidos, con el propósito de construir una alternativa anticapitalista o revolucionaria, también feminista y antipatriarcal, e impulsando organizaciones de mujeres.

Las compañeras de la agrupación Pan y Rosas, bregamos porque el movimiento de mujeres y feminista se organice en las calles, de forma independiente de los partidos y las instituciones del Régimen. Por eso somos parte de todos los ámbitos de autoorganización, de las asambleas, los Encuentros, debates, actos, peleando por poner en pie un gran movimiento en alianza con la clase trabajadora. El pasado 8M la fuerza de las mujeres demostró su capacidad de encabezar una gran movilización que puede canalizar la rabia de toda la juventud y el movimiento estudiantil.

Y si de alianzas hablamos, la gran tarea es que la fuerza de las mujeres se sume a la lucha de pensionistas, contra la precariedad, los despidos y los recortes, por los derechos de las personas inmigrantes y refugiadas, los derechos democráticos contra las leyes mordazas, la lucha contra la represión al pueblo catalán y todas las demandas sociales que pongan en cuestión al Régimen del 78, sus instituciones y sus partidos. Esta potencial alianza del movimiento de mujeres con el conjunto de los sectores en lucha de la clase trabajadora y la juventud puede hacer temblar al sistema patriarcal y capitalista, empezando por el decadente régimen del 78, monárquico y reaccionario. Impulsar esta potencial alianza es una tarea urgente del movimiento, para no quedarse en una propuesta que se limite a “visibilizar” las opresiones, sino que busque el camino para terminar con ellas.

Por eso, esta gran mayoría explotada y con el peso de múltiples opresiones, haremos huelga juntas, paralizando todo. Nuestra huelga de mujeres trabajadoras asalariadas, amas de casa, inmigrantes, jóvenes, estudiantes, será general y feminista para que millones tomen nuestra bandera de lucha contra el sistema patriarcal y su alianza criminal con el capital.

Referencias:
Blanco Cabrero, Claudia, Asturias, las mujeres y las huelgas, Cap.4 (pp. 189-244), Del Hogar a la huelga. Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo.
editado:
Catarata, Madrid, 2007.