A la religión la quiero fuera de la vida pública. Los crucifijos solo quiero verlos en la pared del cabecero de la cama de esas personas que están muertas por dentro o esos abuelos a los que aún les colea el franquismo en las entrañas. Eso hasta puedo entenderlo ahora. No lo entenderé dentro de 10 o 20 años.
Como no puedo entender a esa gente que va dos veces a misa en su vida: en la boda y en el bautizo.
Y por supuesto, no quiero ver la religión en los colegios pagados con mis impuestos, ni en ninguna institución pública. Porque la CREENCIA es como las pajas, las mentales y las otras, se hacen en la intimidad. La magia Borrás, en casa.
Del mismo modo, empiezo ya a estar hasta los cojones de las medias tintas con el islamismo. Con su misoginia, su despotismo, su fascismo integrista y con su estética medieval de follacabras. Da igual que veas imágenes de un centro comecial en Dubai o de una planicie en las montañas de Afganistán. Solo ves tristeza en las caras de esa gente. Y sí, los occidentales les hemos jodido la vida con el colonalismo (especialmente ingleses, estadounidenses y franceses), lo sé, pero la venganza no puede durar eternamente, ni nuestra culpa puede llevarnos a justificar o mostrar comprensión a todo el horror machista, xenófobo y vengativo que emana de sus dogmas medievales.
Y sobre todo estoy hartísimo de esa gente que los defiende en función a su pasado cultural y humanista esplendoroso, dando precisamente la razón a los que pensamos que han ido para atrás como ningún otra cultura en la historia de este planeta.
Quiero que la gente entienda que las tradiciones son guías, no carceleros. No quiero religión en mi vida. Quiero que el planeta se llene de ateos. De personas que piensen que no estamos aquí para salvarnos, sino para ser felices y que obrar bien por miedo al castigo divino o esperando el paraíso no se diferencia en nada a obrar mal.
Comentarios
Muy de acuerdo, caballero
Bravissimo!!!