El congreso de Vistalegre, más allá de sintetizar los nueve meses de singladura de Podemos, ha escenificado las fortalezas y las debilidades de una formación política que aspira a gobernar, llevar sus mensajes a la centralidad política y aglutinar el descontento sistémico de las mayorías sociales afectadas por la crisis económica y su gestión política.