"Se cuenta que en un viejo reino había un hombre adinerado y poderoso que amaba a las gaviotas. Todas las mañanas se levantaba y miraba hacia el mar que estaba cerca de su mansión. Se quedaba por horas, extasiado, contemplando esas aves blancas que lo maravillaban.
Un día cualquiera encontró una gaviota en la terraza. Conmocionado por el hallazgo se acercó con cuidado a ella y notó que estaba herida. Con la mayor dulzura la tomó entre sus brazos y ordenó a sus médicos que la curasen. La herida no era muy profunda y la gaviota se curó muy pronto.
Extasiado con ella, el hombre quiso agasajarla. Mandó preparar las mejores comidas para ella… Faisán, carnes exóticas, frutas deliciosas y manjares de todo tipo. Sin embargo, la gaviota no comía nada. El hombre intentaba convencerla, pero ella no accedía.
Así pasaron tres días, después de lo cual la gaviota murió."
Fábula china que nos enseña como a veces el amor, en realidad, no es amor, sino egoísmo. El hombre de esta historia creyó que a la gaviota le complacería lo que le complacía a él, no lo que ella necesitaba.
Comentarios
La gaviotas que he visto parecen ratas marinas.
#1 A mí me resultan grotescas. Hay muchas por aquí y nunca me acostumbré a ellas.
Ese es el error de la llamada "Regla de Oro", esa que dice "trata a los demás como querrías que te trataran a ti". Es posible que sus gustos e intereses no coincidan con los tuyos. Aparece en todas las religiones y culturas del mundo. Pero no es correcta. Existe otra versión, mejorada, por lo que se la llama "Regla de Platino", que dice "trata a los demás como deseen ser tratados". "Usa la empatía para comprender lo que otros desean, y cuando esto difiera de lo que tú prefieres, haz lo que ellos desean"
#3 Me has recordado esta cita:
“No hagas a los demás lo que deseas para ti; los demás pueden tener gustos diferentes”.
George Bernard Shaw