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#1:
DeePl:
El presupuesto de 2018 del Primer Ministro portugués presentado a la Comisión Europea a finales de 2017 no fue muy satisfactorio. La Comisión estimó que la reducción requerida del 0,6% del gasto público sería -según las previsiones de Bruselas- "sólo" del 0,4%. Un extraño reproche cuando sabemos que el déficit de Portugal es ahora uno de los más bajos de la zona euro, con un 1,4 % en 2017, y que está en constante descenso. El pequeño país al borde de una recesión económica -y de un importante colapso social- hace apenas unos años, ha estado mejorando continuamente sus resultados económicos y sociales durante los últimos 30 meses, para gran disgusto de los líderes de otros países europeos, encabezados por Emmanuel Macron, que está a favor de políticas liberales de rigor presupuestario. Las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Antonio Costa, muy condenadas por su oposición de derechas, parecen, sin embargo, seguir actuando a favor de una mejora general, tanto social como económica, ya sea para las empresas, los inversores o los empleados y pensionistas de las clases media y trabajadora.
Recuperación, ajustes fiscales, aumentos del salario mínimo e incentivos a la inversión
Mientras que en Francia se reducen los impuestos sobre las rentas más altas, se suprimen o compensan los impuestos sobre las empresas, mientras que las pensiones están amañadas, el Gobierno portugués ha iniciado una política fiscal inversa. El presupuesto portugués para 2018 prevé una reducción sustancial del impuesto sobre la renta de las clases medias, acompañada de un nuevo aumento de las pensiones de jubilación. Para la fiscalidad de las grandes empresas, la opción portuguesa es también la opuesta a la francesa: la introducción de nuevos impuestos para todas las empresas con un volumen de negocios superior a 35 millones de euros. En lo que respecta a los funcionarios, lo que se está poniendo en marcha es la liberación de los movimientos de puestos y los ascensos en la administración pública.
La política económica de la demanda, impulsada continuamente durante dos años y medio por el Gobierno portugués, está dando claramente sus frutos. Esta política se basa en impulsar el consumo mediante la mejora de las condiciones profesionales y sociales de los trabajadores portugueses con el fin de crear atractivo para los inversores, mejorar la productividad, permitir la producción de alta gama, etc.....
Así pues, el desempleo sigue disminuyendo, hasta el 7,8% a finales de 2017, mientras que en Francia se situaba en el 8,9% en el mismo período (estadísticas según la Oficina Internacional del Trabajo). El salario mínimo se ha incrementado de 530 euros a 557 euros en 2017 y se incrementará de nuevo en 2018 a 580 euros, con el objetivo del Gobierno de aumentarlo a 600 euros en 2019. La demostración portuguesa de una mejora de la inversión y del empleo privado gracias al aumento de los salarios y de las prestaciones sociales ha golpeado con toda su fuerza a la doxa europea, en el sentido de que la competitividad de las empresas debe pasar necesariamente por una reducción o una congelación de los salarios y una reducción del gasto social de los Estados....
Energías renovables, modernización a buen ritmo: ¿qué espera Europa para inspirarse en ellas?
La reciente "primicia mundial" en un país de más de 10 millones de habitantes debería ser un ejemplo para los líderes políticos que promueven la transición ecológica y energética: ¡Portugal produjo más electricidad a partir de energías renovables en marzo de 2018 de la que consumió! Francia, país que se ha declarado como gran promotor de esta transición, apenas alcanza el 16% de energías renovables en 2017 y no cumplirá visiblemente sus compromisos del 23% en 2020. La producción francesa de electricidad sigue siendo superior al 70% a partir de la energía nuclear. Esta capacidad portuguesa del 103% de la producción de electricidad en renovables es sorprendente y subraya la capacidad del país para modernizarse a paso de tortuga: ¡un año antes, en marzo de 2017, las energías renovables sólo habían producido el 6% del consumo del país!
Lo que Bruselas y la mayoría de los líderes del Eurogrupo no parecen entender o no quieren oír es, sin embargo, muy sencillo: reducir los déficits presupuestarios no significa, por el contrario, recortar únicamente el gasto público. Cuanto más impulsa un Estado su economía al mejorar los ingresos y la protección social de su población, empleados, pensionistas y empresas, más aumentan los ingresos del Estado. El gasto público -con un crecimiento económico suficiente y estable del 2,7 % en Portugal en 2017, un bajo nivel de desempleo y un aumento de la inversión- es entonces sólo un pequeño factor de ajuste presupuestario.
El gobierno de Antonio Costa lo ha entendido y finalmente aplica una política de "acompañamiento" económico y social y de transición energética, sin ningún dogmatismo particular, excepto el de no ceder ciegamente a un dogma muy arraigado: la austeridad o restricción presupuestaria, la desvinculación del Estado, la privatización de los servicios públicos, el dúmping social y el aumento de las desigualdades a través de la "privatización de la deuda pública" en detrimento de la protección social.
En Bruselas, Antonio Costa propuso recientemente gravar a los gigantes califónicos de Internet para consolidar el presupuesto europeo y ayudar mejor a las regiones: "Todos los grandes países tienen dificultades para gravar a estas grandes multinacionales americanas, el GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). Esta puede ser otra forma de crear un recurso propio de la Unión Europea".
Por lo tanto, el "milagro portugués" no es un milagro, y Europa podría -si fuera capaz de salir de su terquedad- ver el éxito de este pequeño país que ha conseguido inventar una salida de la crisis basada en un término mejor social, todavía ausente de las políticas de la Unión, acompañada de una recuperación económica efectiva. Frente a los repetidos fracasos de las políticas económicas dictadas por la Unión Europea -en comparación con los éxitos del Gobierno de Antonio Costa- tendría sentido que se produjera un cambio de rumbo en las grandes orientaciones presupuestarias del viejo continente. Sin embargo, esto todavía no parece estar en la agenda. Y la ralentización del crecimiento en Francia y Alemania y la disminución de la inversión y del consumo en estos países en el primer trimestre de 2018 señalan claramente la fragilidad de la reciente recuperación económica en los países "pro-Bruselas".
Frente a estas contradicciones, una frase atribuida al genio científico alemán, Albert Einstein, ilustra irónicamente esta incapacidad de los dirigentes de la Unión para cambiar sus políticas económicas: "la locura siempre hace lo mismo y espera un resultado diferente". En cualquier caso, resistirse a la locura e intentarlo de otra manera parece, a la vista de los resultados portugueses, claramente el mejor camino a seguir: por el bien de la población.... como mínimo. Pero, ¿deberíamos seguir teniendo este objetivo?
El presupuesto de 2018 del Primer Ministro portugués presentado a la Comisión Europea a finales de 2017 no fue muy satisfactorio. La Comisión estimó que la reducción requerida del 0,6% del gasto público sería -según las previsiones de Bruselas- "sólo" del 0,4%. Un extraño reproche cuando sabemos que el déficit de Portugal es ahora uno de los más bajos de la zona euro, con un 1,4 % en 2017, y que está en constante descenso. El pequeño país al borde de una recesión económica -y de un importante colapso social- hace apenas unos años, ha estado mejorando continuamente sus resultados económicos y sociales durante los últimos 30 meses, para gran disgusto de los líderes de otros países europeos, encabezados por Emmanuel Macron, que está a favor de políticas liberales de rigor presupuestario. Las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Antonio Costa, muy condenadas por su oposición de derechas, parecen, sin embargo, seguir actuando a favor de una mejora general, tanto social como económica, ya sea para las empresas, los inversores o los empleados y pensionistas de las clases media y trabajadora.
Recuperación, ajustes fiscales, aumentos del salario mínimo e incentivos a la inversión
Mientras que en Francia se reducen los impuestos sobre las rentas más altas, se suprimen o compensan los impuestos sobre las empresas, mientras que las pensiones están amañadas, el Gobierno portugués ha iniciado una política fiscal inversa. El presupuesto portugués para 2018 prevé una reducción sustancial del impuesto sobre la renta de las clases medias, acompañada de un nuevo aumento de las pensiones de jubilación. Para la fiscalidad de las grandes empresas, la opción portuguesa es también la opuesta a la francesa: la introducción de nuevos impuestos para todas las empresas con un volumen de negocios superior a 35 millones de euros. En lo que respecta a los funcionarios, lo que se está poniendo en marcha es la liberación de los movimientos de puestos y los ascensos en la administración pública.
La política económica de la demanda, impulsada continuamente durante dos años y medio por el Gobierno portugués, está dando claramente sus frutos. Esta política se basa en impulsar el consumo mediante la mejora de las condiciones profesionales y sociales de los trabajadores portugueses con el fin de crear atractivo para los inversores, mejorar la productividad, permitir la producción de alta gama, etc.....
Así pues, el desempleo sigue disminuyendo, hasta el 7,8% a finales de 2017, mientras que en Francia se situaba en el 8,9% en el mismo período (estadísticas según la Oficina Internacional del Trabajo). El salario mínimo se ha incrementado de 530 euros a 557 euros en 2017 y se incrementará de nuevo en 2018 a 580 euros, con el objetivo del Gobierno de aumentarlo a 600 euros en 2019. La demostración portuguesa de una mejora de la inversión y del empleo privado gracias al aumento de los salarios y de las prestaciones sociales ha golpeado con toda su fuerza a la doxa europea, en el sentido de que la competitividad de las empresas debe pasar necesariamente por una reducción o una congelación de los salarios y una reducción del gasto social de los Estados....
Energías renovables, modernización a buen ritmo: ¿qué espera Europa para inspirarse en ellas?
La reciente "primicia mundial" en un país de más de 10 millones de habitantes debería ser un ejemplo para los líderes políticos que promueven la transición ecológica y energética: ¡Portugal produjo más electricidad a partir de energías renovables en marzo de 2018 de la que consumió! Francia, país que se ha declarado como gran promotor de esta transición, apenas alcanza el 16% de energías renovables en 2017 y no cumplirá visiblemente sus compromisos del 23% en 2020. La producción francesa de electricidad sigue siendo superior al 70% a partir de la energía nuclear. Esta capacidad portuguesa del 103% de la producción de electricidad en renovables es sorprendente y subraya la capacidad del país para modernizarse a paso de tortuga: ¡un año antes, en marzo de 2017, las energías renovables sólo habían producido el 6% del consumo del país!
Lo que Bruselas y la mayoría de los líderes del Eurogrupo no parecen entender o no quieren oír es, sin embargo, muy sencillo: reducir los déficits presupuestarios no significa, por el contrario, recortar únicamente el gasto público. Cuanto más impulsa un Estado su economía al mejorar los ingresos y la protección social de su población, empleados, pensionistas y empresas, más aumentan los ingresos del Estado. El gasto público -con un crecimiento económico suficiente y estable del 2,7 % en Portugal en 2017, un bajo nivel de desempleo y un aumento de la inversión- es entonces sólo un pequeño factor de ajuste presupuestario.
El gobierno de Antonio Costa lo ha entendido y finalmente aplica una política de "acompañamiento" económico y social y de transición energética, sin ningún dogmatismo particular, excepto el de no ceder ciegamente a un dogma muy arraigado: la austeridad o restricción presupuestaria, la desvinculación del Estado, la privatización de los servicios públicos, el dúmping social y el aumento de las desigualdades a través de la "privatización de la deuda pública" en detrimento de la protección social.
En Bruselas, Antonio Costa propuso recientemente gravar a los gigantes califónicos de Internet para consolidar el presupuesto europeo y ayudar mejor a las regiones: "Todos los grandes países tienen dificultades para gravar a estas grandes multinacionales americanas, el GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). Esta puede ser otra forma de crear un recurso propio de la Unión Europea".
Por lo tanto, el "milagro portugués" no es un milagro, y Europa podría -si fuera capaz de salir de su terquedad- ver el éxito de este pequeño país que ha conseguido inventar una salida de la crisis basada en un término mejor social, todavía ausente de las políticas de la Unión, acompañada de una recuperación económica efectiva. Frente a los repetidos fracasos de las políticas económicas dictadas por la Unión Europea -en comparación con los éxitos del Gobierno de Antonio Costa- tendría sentido que se produjera un cambio de rumbo en las grandes orientaciones presupuestarias del viejo continente. Sin embargo, esto todavía no parece estar en la agenda. Y la ralentización del crecimiento en Francia y Alemania y la disminución de la inversión y del consumo en estos países en el primer trimestre de 2018 señalan claramente la fragilidad de la reciente recuperación económica en los países "pro-Bruselas".
Frente a estas contradicciones, una frase atribuida al genio científico alemán, Albert Einstein, ilustra irónicamente esta incapacidad de los dirigentes de la Unión para cambiar sus políticas económicas: "la locura siempre hace lo mismo y espera un resultado diferente". En cualquier caso, resistirse a la locura e intentarlo de otra manera parece, a la vista de los resultados portugueses, claramente el mejor camino a seguir: por el bien de la población.... como mínimo. Pero, ¿deberíamos seguir teniendo este objetivo?
#6:
Sigamos riéndonos de nuestros vecinos y sigamos con la broma de sus mujeres y las toallas mientras ellos avanzan hacia adelante y nosotros nos hundimos en la miseria .
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DeePl:
El presupuesto de 2018 del Primer Ministro portugués presentado a la Comisión Europea a finales de 2017 no fue muy satisfactorio. La Comisión estimó que la reducción requerida del 0,6% del gasto público sería -según las previsiones de Bruselas- "sólo" del 0,4%. Un extraño reproche cuando sabemos que el déficit de Portugal es ahora uno de los más bajos de la zona euro, con un 1,4 % en 2017, y que está en constante descenso. El pequeño país al borde de una recesión económica -y de un importante colapso social- hace apenas unos años, ha estado mejorando continuamente sus resultados económicos y sociales durante los últimos 30 meses, para gran disgusto de los líderes de otros países europeos, encabezados por Emmanuel Macron, que está a favor de políticas liberales de rigor presupuestario. Las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Antonio Costa, muy condenadas por su oposición de derechas, parecen, sin embargo, seguir actuando a favor de una mejora general, tanto social como económica, ya sea para las empresas, los inversores o los empleados y pensionistas de las clases media y trabajadora.
Recuperación, ajustes fiscales, aumentos del salario mínimo e incentivos a la inversión
Mientras que en Francia se reducen los impuestos sobre las rentas más altas, se suprimen o compensan los impuestos sobre las empresas, mientras que las pensiones están amañadas, el Gobierno portugués ha iniciado una política fiscal inversa. El presupuesto portugués para 2018 prevé una reducción sustancial del impuesto sobre la renta de las clases medias, acompañada de un nuevo aumento de las pensiones de jubilación. Para la fiscalidad de las grandes empresas, la opción portuguesa es también la opuesta a la francesa: la introducción de nuevos impuestos para todas las empresas con un volumen de negocios superior a 35 millones de euros. En lo que respecta a los funcionarios, lo que se está poniendo en marcha es la liberación de los movimientos de puestos y los ascensos en la administración pública.
La política económica de la demanda, impulsada continuamente durante dos años y medio por el Gobierno portugués, está dando claramente sus frutos. Esta política se basa en impulsar el consumo mediante la mejora de las condiciones profesionales y sociales de los trabajadores portugueses con el fin de crear atractivo para los inversores, mejorar la productividad, permitir la producción de alta gama, etc.....
Así pues, el desempleo sigue disminuyendo, hasta el 7,8% a finales de 2017, mientras que en Francia se situaba en el 8,9% en el mismo período (estadísticas según la Oficina Internacional del Trabajo). El salario mínimo se ha incrementado de 530 euros a 557 euros en 2017 y se incrementará de nuevo en 2018 a 580 euros, con el objetivo del Gobierno de aumentarlo a 600 euros en 2019. La demostración portuguesa de una mejora de la inversión y del empleo privado gracias al aumento de los salarios y de las prestaciones sociales ha golpeado con toda su fuerza a la doxa europea, en el sentido de que la competitividad de las empresas debe pasar necesariamente por una reducción o una congelación de los salarios y una reducción del gasto social de los Estados....
Energías renovables, modernización a buen ritmo: ¿qué espera Europa para inspirarse en ellas?
La reciente "primicia mundial" en un país de más de 10 millones de habitantes debería ser un ejemplo para los líderes políticos que promueven la transición ecológica y energética: ¡Portugal produjo más electricidad a partir de energías renovables en marzo de 2018 de la que consumió! Francia, país que se ha declarado como gran promotor de esta transición, apenas alcanza el 16% de energías renovables en 2017 y no cumplirá visiblemente sus compromisos del 23% en 2020. La producción francesa de electricidad sigue siendo superior al 70% a partir de la energía nuclear. Esta capacidad portuguesa del 103% de la producción de electricidad en renovables es sorprendente y subraya la capacidad del país para modernizarse a paso de tortuga: ¡un año antes, en marzo de 2017, las energías renovables sólo habían producido el 6% del consumo del país!
Lo que Bruselas y la mayoría de los líderes del Eurogrupo no parecen entender o no quieren oír es, sin embargo, muy sencillo: reducir los déficits presupuestarios no significa, por el contrario, recortar únicamente el gasto público. Cuanto más impulsa un Estado su economía al mejorar los ingresos y la protección social de su población, empleados, pensionistas y empresas, más aumentan los ingresos del Estado. El gasto público -con un crecimiento económico suficiente y estable del 2,7 % en Portugal en 2017, un bajo nivel de desempleo y un aumento de la inversión- es entonces sólo un pequeño factor de ajuste presupuestario.
El gobierno de Antonio Costa lo ha entendido y finalmente aplica una política de "acompañamiento" económico y social y de transición energética, sin ningún dogmatismo particular, excepto el de no ceder ciegamente a un dogma muy arraigado: la austeridad o restricción presupuestaria, la desvinculación del Estado, la privatización de los servicios públicos, el dúmping social y el aumento de las desigualdades a través de la "privatización de la deuda pública" en detrimento de la protección social.
En Bruselas, Antonio Costa propuso recientemente gravar a los gigantes califónicos de Internet para consolidar el presupuesto europeo y ayudar mejor a las regiones: "Todos los grandes países tienen dificultades para gravar a estas grandes multinacionales americanas, el GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). Esta puede ser otra forma de crear un recurso propio de la Unión Europea".
Por lo tanto, el "milagro portugués" no es un milagro, y Europa podría -si fuera capaz de salir de su terquedad- ver el éxito de este pequeño país que ha conseguido inventar una salida de la crisis basada en un término mejor social, todavía ausente de las políticas de la Unión, acompañada de una recuperación económica efectiva. Frente a los repetidos fracasos de las políticas económicas dictadas por la Unión Europea -en comparación con los éxitos del Gobierno de Antonio Costa- tendría sentido que se produjera un cambio de rumbo en las grandes orientaciones presupuestarias del viejo continente. Sin embargo, esto todavía no parece estar en la agenda. Y la ralentización del crecimiento en Francia y Alemania y la disminución de la inversión y del consumo en estos países en el primer trimestre de 2018 señalan claramente la fragilidad de la reciente recuperación económica en los países "pro-Bruselas".
Frente a estas contradicciones, una frase atribuida al genio científico alemán, Albert Einstein, ilustra irónicamente esta incapacidad de los dirigentes de la Unión para cambiar sus políticas económicas: "la locura siempre hace lo mismo y espera un resultado diferente". En cualquier caso, resistirse a la locura e intentarlo de otra manera parece, a la vista de los resultados portugueses, claramente el mejor camino a seguir: por el bien de la población.... como mínimo. Pero, ¿deberíamos seguir teniendo este objetivo?
Sigamos riéndonos de nuestros vecinos y sigamos con la broma de sus mujeres y las toallas mientras ellos avanzan hacia adelante y nosotros nos hundimos en la miseria .
A mi lo que me alucina es que la salvedad sea que han hecho lo contrario de lo que ha dicho Bruselas. Bueno, en realidad no me alucina. Ya pudieron con Grecia y Portugal de tapadillo hizo lo que pretendía hacer Grecia y no le dejaron.
Tendremos en españistan algun día una izquierda que sea capaz de hacer lo que ha hecho la de Portugal? Desgraciadamente me temo que la respuesta es NO
#3 No se ha hecho lo contrario de lo que ha dicho Bruselas. Han hecho lo mismo que les pedían.
#8 Supongo que hablas de Grecia...
#10 Del corralito creado en Grecia por hacer caso a Varoufakis.
#11 A Varufakis no le hicieron caso. Por eso se fué.
#12 Pero mientras tanto les cascó un corralito.
#13 No, el corralito lo cascó la UE
#15 Varoufakis pasaba por ahí.
Joder con la postverdad.
#16 No, la que pasaba por ahí fué la troika. Y ahí sigue...
#15 #5 es un troll fascista, que sólo viene a meter mierda, desinformar, engañar y mentir.
Creo que es mejor pasar de todas sus mierdas y hincharle a negativos, con un poco de suerte nos libramos de ellos durante unos días.
Últimamente se hace más difícil, por que van todos en comandilla.
#3 una cosa que olvida mucha gente es que Europa intento un golpe de estado que duró 3 días, la suerte fue que la derecha que perdió las elecciones apoyo al gobierno elegido DEMOCRATICAMENTE
#8 que tienes que decir de Europa, ahora FASCISTA
#18 negativo por el insulto.
De Europa te diré que jamas en la historia de la humanidad se ha vivido tan bien como en Europa hoy.
Y lo del golpe de estado, un INVENT como una casa x cierto.
#21 no es un insulto es una ideología, aunque para mi sea un insulto a la humanidad, si eres un FASCISTA tampoco pasa nada hombre, que pena tiene que ser una persona que no sabe o esconde lo que es.
El único que engaña, miente, desinforma, eres tú, que no tengas ni idea no es mi problema.
Hasta aquí hemos llegado troll fascista.
#22 juas, resulta que el troll se pone a llamar trol al resto. LOL
#21 Falso... como en Europa hace 20/30 años...
Hoy se vive bastante peor que hace 20 años. Muchas familias de clase trabajadora vivían razonablemente bien con un solo sueldo. Ahora eso es imposible.
#3 Portugal a dado una oportunidad, España antes arruinada que comunistas en el Gobierno, vamos lo de siempre
#9 Han lanzado dados para echar a suerte las oportunidades? Cómo si no lo hacen "a dado"?
#25 Gracias
la ciencia dice que repetir el mismo experimento en las mismas condiciones no arrojara nunca diferentes resultados.
Los politicos "mayoritarios" y el fmi se empeñan en probar las mismas recetas en las mismas situaciones esperando que cambie algo. O eso dicen porque cualquiera podria malpensar que esperan obtener los mismos resultados; hacerse ellos mas ricos y empobrecer a los demas.
Claro que van al pleno empleo, los millones de portugueses que viven fuera de Portugal.
El 22% de los portugueses vive fuera de Portugal, (unos, 2,3 millones), en 2015, otros 100.000 abandonaron el país.
http://www.lavanguardia.com/vida/20170103/413076170296/espana-el-quinto-pais-del-mundo-con-mas-portugueses-emigrados.html
#4 y cuantos son los españoles que se han tenido que ir? Y cuanto es el porcentaje de españoles en paro? Haz el calculo y nos echamos unas risas
#5 Menos. Muchos menos. Por una diferencia brutal.
#4 el milagro portuges es mucho más que la reducción del paro.
También esta la contención del déficit, el superabit comercial, la reducción de la deuda... Y un largo etc de imposibles (según lis economistas).
Al respecto de la población... Lis datos que manejas creo que no son correctos. Desde su máximo en 2009 la población se ha reducido en unas 250.000 personas (que no todos serían trabajadores, si yo emigro me llevo a mi hijo) y en 2015 fue solo de unas 33.000 no 100.000.
En contraste el paro ha bajado de lis 927.000 de 2013 a los 422.000 de 2017. Desde 2013 la población ha bajado en unas 110.000 personas nada más.
Insisto, no todos serían trabajadores, pero siendo super-hijoputa-voy-a-pillar-por-que-odio-Portugal solo podría achacarse un 20% del milagro del empleo portugues a la reducción de la población.
Todos los datos:
https://www.datosmacro.com/paises/portugal
Venga,que supriman las autopistas de peaje y me tienen este verano de turista.
Ya no quiero la Costa Brava.