Hace 11 años | Por --103449-- a elcomercio.es
Publicado hace 11 años por --103449-- a elcomercio.es

Carmen Álvarez, una gijonesa de 39 años, nunca sospechó que su iniciativa empresarial en Cimavilla se acabaría convirtiendo en una tortura personal y profesional. Hace solo cinco meses decidió hacerle frente al paro, dio un paso importante e invirtió doce mil euros en dos máquinas expendedoras. Hace un mes y medio descubrió que alguien había intentado forzar la máquina de alimentos y, desde entonces, todos los fines de semana, todos, se repite la misma cantinela, en medio de una impunidad que no alcalza a comprender.

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