Recuerdo que cuando era un canijo solía jugar con el compañero de pupitre a clavarnos el compás, darnos collejas e incluso machacarnos la mano con el bolígrafo. Podría decirse que nos comportábamos como auténticos caníbales siempre que el profesor estaba escribiendo en la pizarra. Tengo que confesar que un raquetazo así, a lo Federer, nunca pillé.
|
etiquetas: profesor , juega , bromas , humor