Eran unos de los «históricos» de la venta de droga en la zona suroeste de Madrid, pero también de la provincia de Ávila. Una organización compuesta por españoles y marroquíes cuya sólida implantación en esas áreas les había proporcionado una suculenta agenda de contactos. O lo que es lo mismo, de clientes. Y se citaban con ellos con más impunidad aún: en la puerta de una carnicería de un «colega», en Navas del Rey; en un bar de Pelayos de la Presa y en una casa de San Martín de Valdeiglesias.
Comentarios
Pongame cuarto y mitá de filas... digo de filetes..
¡¡Ya me extrañaba a mí lo de ver el Dragón cuando me comía el filete!!
Pongame unas longanizas con LSD, unos filetes con cocaína, sangre con heroina y que no se le olviden unas pastillitas de regalo....
Ummm eso me suena a "Los Soprano" jejejje