El recuerdo de lo que pasó aquella tarde sigue siendo nítido. Tardamos más de la cuenta en subir la cuesta que llevaba a la esquina de la calle del Oso, íbamos leyendo mensajes y escuchando audios. Cuando llegamos, los agentes de la Unidad de Intervención Policial ya estaban dispuestos en las dos salidas de la calle. Una carpa del Samur estaba unos metros antes de la esquina de la calle Embajadores. Se iba sumando cada vez más gente. Alguien comenzó por el principio. Se había producido una macrorredada en la Plaza Mayor.
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Pero es ficción ¿por qué habría algo que denunciar?
Los antidisturbios le reventaron la cara a una compañera de clase cuando iba a la escuela de idiomas.
No se llamaban Unidad de intervención Policial, ni había una carpa de Samur cerca, sólo repartían hostias a diestro y siniestro... como ahora.
Pero ella, eso sí, quedó con la cara deforme y tuerta de por vida.
Ni agua.
Ame Mbaye —el nombre lo supimos solo una hora más tarde— había llegado corriendo hasta ese punto del barrio de Lavapiés y allí cayó desplomado.
Mbaye que murió por causas naturales, tras una carrera en una manifestación en la que cargaron los antidisturbios, tenía una patología coronaria y en ningún momento se probó que la los antidisturbios le persiguiesen a él, y mucho menos le golpeasen. Fue atendido inmediatamente por la policía municipal, que tampoco informó de ningún tipo de agresión. Le acompañaba su pareja, que tampoco, en ningún momento, habló nunca de agresión. Absolutamente ningún medio ha probado en ningún momento que existiese ningún tipo de agresión hacia Mbaye. Jamás.
Esta noticia es sensacionalismo puro.