Resulta interesante reflexionar sobre la cantidad de circunstancias que han cambiado desde que, a primeros de diciembre de 2009, supimos de los primeros trámites de introducción de lo que se dio en llamar “ley Sinde”, aunque a estas alturas, tras la salida de la ministra, el nombre haya perdido su sentido. Parece que fue ayer, pero han pasado ya dos largos años.