España pasó por una difícil situación económica a partir del año 1939, que se mantuvo y aumentó en 1945, cuando a sus dificultades se unió el aislamiento exterior. La falta de hidrocarburos y de materias primas en general [...] llevaron a que se propusieran iniciativas industriales dentro del marco autárquico que imperaba en aquellos años. En concreto, en el campo de la automoción, y como alternativa a los inviables equipos de propulsión por gasógenos, se apostó seriamente por la propulsión eléctrica.