Una tarde cualquiera, en una vivienda de Málaga, Henrik Lenkeit decidió desconectar. Había tenido una mañana complicada atendiendo a parejas en crisis —es su trabajo como terapeuta— y, agotado, encendió el televisor. En la pantalla, un documental sobre el nazismo repasaba la vida de Heinrich Himmler, jefe de las SS y uno de los principales responsables del Holocausto. Una de las peores personas que el planeta Tierra ha conocido. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Hasta que un gesto rutinario, casi banal, cambió su vida. Movido por la curiosida