Publicado hace 10 años por iramosjan a krugman.blogs.nytimes.com

Podemos vivir en el mar del mercado, pero ese mar está salpicado con muchas islas que llamamos empresas, algunas de ellas bastante grandes, dentro de las cuales las decisiones no se toman mediante mercados sino por vías jerárquicas - uno podría incluso decir que aplicando una planificación central. Es evidente que hay algunas cosas que uno no deja a los mercados - el mercado mismo nos lo dice, al crear esas islas de jerarquía y planificación. Las razones precisas de que eso ocurra son un tema complejo (traducción completa en el 1º comentario)

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iramosjan

John Galt y la teoría de la Empresa

Gracias a David Atkins en Digby’s place [enlazado en el original] he descubierto que Bloomberg Businessweek tiene un excelente artículo acerca de cómo un tipo que dirige un fondo de inversión de alto riesgo, admirador de Ayn Rand, está machacando Sears.

Un punto curioso, de paso, es que no se reúne cara a cara con sus jefes de división; lo hace todo por videoconferencia. Y resulta que he visto esa película - probablemente era una original de Syfy, pero no lo recuerdo (era mejor que Sharknado, en cualquier caso); está claro que ese tipo ni siquiera existe, es un holograma generado por computador y controlado por un malvado informático.

Pero volvamos a la economía: La gran idea de Eddie Lampert es que los mercados y la competencia "molan", así que está obligando a las diferentes porciones de Sears a competir entre sí por los recursos, igual que si fueran firmas independientes, y los beneficios de cada división individual son el único criterio de su éxito. De acuerdo con BB las cosas no van bien, pero el artículo no profundiza en el tema de forma más general.

La primera pregunta que debería hacerse cualquiera es esta: Si las diferentes divisiones de Sears no tienen intereses comunes, si el mejor modelo es la competencia a muerte, entonces ¿Por qué debería existir Sears? ¿Por qué no dividirla en unidades que no tengan ninguna razón para no competir entre ellas?

Ya puestos ¿Por qué debería existir ninguna gran empresa? ¿Por qué no tener solo firmas pequeñas, o tal vez simplemente individuos que pactan entre ellos para todo lo que necesiten?

Por supuesto no es así como hacemos las cosas. Podemos vivir en el mar del mercado, pero ese mar está salpicado con muchas islas que llamamos empresas, algunas de ellas bastante grandes, dentro de las cuales las decisiones no se toman mediante mercados sino por vías jerárquicas - uno podría incluso decir que aplicando una planificación central. Es evidente que hay algunas cosas que uno no deja a los mercados - el mercado mismo nos lo dice, al crear esas islas de jerarquía y planificación.

Ahora bien, las razones precisas de que eso ocurra - de que algunas cosas funcionen mejor gracias a mecanismos de mercado pero otras se hagan mejor con al menos una medida de ordeno-y-mando — son un tema complejo. Oliver Williamson [enlace en el original] ganó un Nobel por ayudar a elucidar algunos aspectos de la cuestión (auqnue eso puede significar poco para los lectores, considerando algunas de las personas que han ganado premios Nobel).

En cualquier caso el asunto es que para un fiel creyente en el mercado libre el reconocimiento de que hay cosas que es mejor no dejar a los mercados debería ser una noción perturbadora. Si las limitaciones de los mercados a la hora de proporcionar ciertos tipos de servicios compartidos son tan importantes que justifican la creación de entidades jerárquicas con cientos de miles y hasta millones de trabajadores ¿No podría ocurrir lo mismo con ciertos bienes y servicios (cof, sanidad, cof) que sería mejor proporcionar fuera de los mercados incluso a nivel de la economía entera?

Así que en cierto modo Eddie Lampert está siendo consistente: está poniendo su dinero (o más bien el de sus inversores) donde está su ideología, al aplicar el culto al mercado a la gestión interna de su propia compañía.

Por supuesto, la pureza del experimento queda en entredicho por la probabilidad de que en realidad no existe semejante persona. Pero incluso así...

Nota del traductor: No solo estoy convencido de que Krugman tiene razón y "Eddie Lampert" en realidad es una simulación informática ¡Es que el informático responsable ha copiado descaradamente la cara de Kevin Spacey!

Nota 2: John Galt es el héroe de una novela de Ayn Rand, la musa del "capitalismo libertario".

D

Hay dos novelas que pueden transformar la vida de un lector de 14 años: El señor de los anillos, y La Rebelión de Atlas. Uno es un ensueño infantil que con frecuencia provoca una obsesión de por vida con sus héroes increíbles, desembocando en una edad adulta emocionalmente atrofiada y socialmente tullida, incapaz de lidiar con el mundo real. En el otro aparecen orcos, claro. Raj Patel.