Europa ha conseguido el presidente de los Estados Unidos que deseaba - el que no representaría una amenaza para sus propias delusiones. Ahora Estados Unidos es oficialmente uno de nosotros: un país del Viejo Mundo consumado, con odios de clase, balcanización étnica, culpabilidad burguesa y una élite dirigente paternalista. [traduccion en el primer comentario].
#1:
[Antes de nada, un comentario: no lo he traducido y meneado porque esté de acuerdo con la autora... todo lo contrario, estoy en desacuerdo en casi todo. Pero aún así me ha parecido tremendamente interesante, sobre todo sus comentarios sobre el cambio que ha visto en la clase alta estadounidense durante los últimos 50 años]
América se ha convertido en un país del Viejo Mundo
La visión del gobierno como benefactor omnipotente de Gordon Brown es ahora el modelo en USA
Así que Europa ha conseguido el presidente de los Estados Unidos que deseaba - el que no representaría una amenaza para sus propias delusiones. Ahora Estados Unidos es oficialmente uno de nosotros: un país del Viejo Mundo consumado, con odios de clase, balcanización étnica, culpabilidad burguesa y una élite dirigente paternalista. Y está encerrado en la misma mortífera espiral de elevado gasto público y redistribución contraproducente de la riqueza que nosotros. Bienvenidos al futuro, y al comienzo de lo que podría ser la decadencia terminal de Occidente.
Ha quedado claro por qué era tan fácil juzgar equivocadamente el significado de la aparentemente gris campaña de Obama – la asistencia drásticamente reducida a sus mitines; su comportamiento fastidioso y deslucido en los debates, y su fracaso en la presentación de un programa significativo para un segundo mandato – como augurios del resultado de la elección. Mitt Romney puede haber atraido audiencias mucho mayores y más entusiastas para sus discursos pero esta carrera, en definitiva, no iban a decidirla ni debates ni discursos. La razón por la que tantas personas que votaron por el actual presidente no se molestaron en acudir a verle mientras recorría el país fue que la campaña en la práctica no les incumbía: su voto siempre estuvo decidido. El tema no eran las ideas políticas en absoluto. El tema era la identidad: quién y qué eres en el sentido más visceral y personal – era la raza, la clase social, y ser la clase de persona que creíste que tenías que ser.
El cambio más triste es también el más contrario a nuestra intuición. Obama – que se hizo famoso en 2008 al presentarse como el candidato post-racial – ha polarizado racialmente la nación como no lo había estado en los últimos 50 años, revirtiendo la anterior tendencia progresiva hacia una integración social real y la desaparición del factor color en la vida política americana. El 93% de los votantes negros - 93 de cada 100 - votaron por Obama en esta elección, igual que el 71% de los latinos y el 73% de los asiáticos. Pero si los grupos étnicos no blancos están escogiendo autosegregarse electoralmente - con mucha frecuencia ignorando sus auténticos intereses económicos o sociales - los votantes blancos no. Solo el 59% de ellos apoyó a Romney: una mayoría, pero no una arrolladora. En parte esto se debe al tema de la guerra de clases: se animó a los votantes de clase obrera a ver a Romney como un capitalista rapaz que destruiría los medios de vida de la gente si lo dictaba un balance contable.
Pero esta fue una consecuencia desafortunada de las credenciales de este candidato en concreto. Hay otro cambio más significativo históricamente, y posiblemente más permanente también. Los Estados Unidos ahora han adquirido una burguesía izquierdista electoralmente poderosa convencida, como lo han estado sus contrapartidas europeas desde hace varias generaciones, a pesar de toda la evidencia contraria, de que el gasto público es inherentemente virtuoso, de que la pobreza puede curarse castigando la creación de riqueza, y de que la intervención del gobierno puede construir la "justicia" social. Pero justo cuando parte de la clase política europea ha empezado a comprender los peligros de esta filosofía – que llevada a su conclusión lógica conduce al estancamiento económico y la división social – América parece haber decidido que es la quintaesencia de la sofisticación ilustrada.
Este es precisamente el modelo – la visión de Gordon Brown del gobierno como benefactor omnipotente y proveedor de "justicia social" – de la que estamos intentando escapar en Gran Bretaña, y en la que la Unión Europea aún sigue atrapada sin esperanza. Pero debería ir fuertemente en contra de todos los valores tradicionales americanos de feroz autoconfianza y aspiraciones personales ¿Cómo encaja el resentimiento contra los ricos, que la campaña de Obama atizó con tanto éxito, con el viejo sueño americano de que los Estados Unidos era un lugar donde cualquiera que tuviera talento y trabajara duro podía hacerse rico - aunque llegara como un inmigrante sin un centavo? La idea de "los ricos" como una clase aparte inalcanzable y parásita es un concepto del Viejo Mundo enraizado en la riqueza heredada de una aristocracia terrateniente enquistada. Casi todos los ricos en América tradicionalmente se habían hecho a sí mismos.
Pero eso ha cambiado. La ética protestante que rigió mi niñez se ha diluído. Cuando estaba en la universidad, en la América de los 60, tenía amigos cuyos padres eran ricos. Pero nunca hubo ninguna duda de que sus hijos tendrían que ganarse la vida por su cuenta. Después de graduarse, e incluso durante las vacaciones de verano, se esperaba que encontraran empleos. Eventualmente podían acabar metidos en el negocio de la familia pero incluso entonces probablemente empezarían desde abajo y tendrían que ganarse el ascenso. He quedado verdaderamente anonadada al descubrir que América posee hoy en día una generación "fideicomisaria" (“trustafarian” en el original) de hijos de papá que viven de lo que llamamos eufemísticamente "ingresos privados".
Los padres ricos ya no exigen a sus hijos que sepan mantenerse por sí solos, así que hoy en día hay en Estados Unidos todo un sector de adultos que nunca trabajará para ganarse la vida: una idea que antaño hubiera sido virtualmente impensable. Una de las revelaciones más dañinas que salieron a la luz durante la campaña presidencial de John F. Kennedy fue que su padre le había dado un millón de dólares para que pudiera dedicarse exclusivamente a su carrera política: un lujo que se consideró poco menos que pecaminoso.
Con la riqueza inmerecida llega la culpabilidad, y con ella el paternalismo: la idea de que estás obligado a elegir un gobierno que se haga cargo de de toda esa gente que está peor que tú – y no solo proporcionándoles oportunidades para mejorar su propia condición al tradicional estilo americano. Los votantes americanos siguen queriendo empleos - el mantra de la campaña de Romney aún es válido para la mitad de la población – pero están menos convencidos de que el trabajo es la única vía hacia la salvación, lo cual es una pena porque sigue siendo, y a gran distancia, la mejor y más permanente vía para escapar de la pobreza. Los Estados Unidos siempre tuvo su cuota de pobres pero hasta hace poco, cuando la dependencia de la ayuda estatal creó una clase baja permanente, no eran las mismas personas de una década a otra. La clave era que salían de la miseria, como hizo una oleada tras otra de recién llegados.
Antes, en sus días menos sofisticados, menos europeos, los Estados Unidos verdaderamente habían descubierto la fórmula para producir una extraordinaria vitalidad social y la milagrosa habilidad de convertir a gentes que empezaban de cero en ciudadanos orgullosos e independientes. Decía a todo el que llegaba "El estado solo existe para darte la oportunidad de labrarte tu propio destino – para ese fin te dará libertad bajo el imperio de la ley, el derecho a vivir tu propia vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad". Ese era el trato.
Quizá era inevitable que el país dejara atrás esa confianza en sí mismo juvenil y ferviente y se volviera simplemente otra sociedad decadente, en retirada del escenario mundial mientras nuevas y descaradas grandes potencias entran en juego. Pero también podría redescubrir su esencia dentro de otros cuatro años.
[Antes de nada, un comentario: no lo he traducido y meneado porque esté de acuerdo con la autora... todo lo contrario, estoy en desacuerdo en casi todo. Pero aún así me ha parecido tremendamente interesante, sobre todo sus comentarios sobre el cambio que ha visto en la clase alta estadounidense durante los últimos 50 años]
América se ha convertido en un país del Viejo Mundo
La visión del gobierno como benefactor omnipotente de Gordon Brown es ahora el modelo en USA
Así que Europa ha conseguido el presidente de los Estados Unidos que deseaba - el que no representaría una amenaza para sus propias delusiones. Ahora Estados Unidos es oficialmente uno de nosotros: un país del Viejo Mundo consumado, con odios de clase, balcanización étnica, culpabilidad burguesa y una élite dirigente paternalista. Y está encerrado en la misma mortífera espiral de elevado gasto público y redistribución contraproducente de la riqueza que nosotros. Bienvenidos al futuro, y al comienzo de lo que podría ser la decadencia terminal de Occidente.
Ha quedado claro por qué era tan fácil juzgar equivocadamente el significado de la aparentemente gris campaña de Obama – la asistencia drásticamente reducida a sus mitines; su comportamiento fastidioso y deslucido en los debates, y su fracaso en la presentación de un programa significativo para un segundo mandato – como augurios del resultado de la elección. Mitt Romney puede haber atraido audiencias mucho mayores y más entusiastas para sus discursos pero esta carrera, en definitiva, no iban a decidirla ni debates ni discursos. La razón por la que tantas personas que votaron por el actual presidente no se molestaron en acudir a verle mientras recorría el país fue que la campaña en la práctica no les incumbía: su voto siempre estuvo decidido. El tema no eran las ideas políticas en absoluto. El tema era la identidad: quién y qué eres en el sentido más visceral y personal – era la raza, la clase social, y ser la clase de persona que creíste que tenías que ser.
El cambio más triste es también el más contrario a nuestra intuición. Obama – que se hizo famoso en 2008 al presentarse como el candidato post-racial – ha polarizado racialmente la nación como no lo había estado en los últimos 50 años, revirtiendo la anterior tendencia progresiva hacia una integración social real y la desaparición del factor color en la vida política americana. El 93% de los votantes negros - 93 de cada 100 - votaron por Obama en esta elección, igual que el 71% de los latinos y el 73% de los asiáticos. Pero si los grupos étnicos no blancos están escogiendo autosegregarse electoralmente - con mucha frecuencia ignorando sus auténticos intereses económicos o sociales - los votantes blancos no. Solo el 59% de ellos apoyó a Romney: una mayoría, pero no una arrolladora. En parte esto se debe al tema de la guerra de clases: se animó a los votantes de clase obrera a ver a Romney como un capitalista rapaz que destruiría los medios de vida de la gente si lo dictaba un balance contable.
Pero esta fue una consecuencia desafortunada de las credenciales de este candidato en concreto. Hay otro cambio más significativo históricamente, y posiblemente más permanente también. Los Estados Unidos ahora han adquirido una burguesía izquierdista electoralmente poderosa convencida, como lo han estado sus contrapartidas europeas desde hace varias generaciones, a pesar de toda la evidencia contraria, de que el gasto público es inherentemente virtuoso, de que la pobreza puede curarse castigando la creación de riqueza, y de que la intervención del gobierno puede construir la "justicia" social. Pero justo cuando parte de la clase política europea ha empezado a comprender los peligros de esta filosofía – que llevada a su conclusión lógica conduce al estancamiento económico y la división social – América parece haber decidido que es la quintaesencia de la sofisticación ilustrada.
Este es precisamente el modelo – la visión de Gordon Brown del gobierno como benefactor omnipotente y proveedor de "justicia social" – de la que estamos intentando escapar en Gran Bretaña, y en la que la Unión Europea aún sigue atrapada sin esperanza. Pero debería ir fuertemente en contra de todos los valores tradicionales americanos de feroz autoconfianza y aspiraciones personales ¿Cómo encaja el resentimiento contra los ricos, que la campaña de Obama atizó con tanto éxito, con el viejo sueño americano de que los Estados Unidos era un lugar donde cualquiera que tuviera talento y trabajara duro podía hacerse rico - aunque llegara como un inmigrante sin un centavo? La idea de "los ricos" como una clase aparte inalcanzable y parásita es un concepto del Viejo Mundo enraizado en la riqueza heredada de una aristocracia terrateniente enquistada. Casi todos los ricos en América tradicionalmente se habían hecho a sí mismos.
Pero eso ha cambiado. La ética protestante que rigió mi niñez se ha diluído. Cuando estaba en la universidad, en la América de los 60, tenía amigos cuyos padres eran ricos. Pero nunca hubo ninguna duda de que sus hijos tendrían que ganarse la vida por su cuenta. Después de graduarse, e incluso durante las vacaciones de verano, se esperaba que encontraran empleos. Eventualmente podían acabar metidos en el negocio de la familia pero incluso entonces probablemente empezarían desde abajo y tendrían que ganarse el ascenso. He quedado verdaderamente anonadada al descubrir que América posee hoy en día una generación "fideicomisaria" (“trustafarian” en el original) de hijos de papá que viven de lo que llamamos eufemísticamente "ingresos privados".
Los padres ricos ya no exigen a sus hijos que sepan mantenerse por sí solos, así que hoy en día hay en Estados Unidos todo un sector de adultos que nunca trabajará para ganarse la vida: una idea que antaño hubiera sido virtualmente impensable. Una de las revelaciones más dañinas que salieron a la luz durante la campaña presidencial de John F. Kennedy fue que su padre le había dado un millón de dólares para que pudiera dedicarse exclusivamente a su carrera política: un lujo que se consideró poco menos que pecaminoso.
Con la riqueza inmerecida llega la culpabilidad, y con ella el paternalismo: la idea de que estás obligado a elegir un gobierno que se haga cargo de de toda esa gente que está peor que tú – y no solo proporcionándoles oportunidades para mejorar su propia condición al tradicional estilo americano. Los votantes americanos siguen queriendo empleos - el mantra de la campaña de Romney aún es válido para la mitad de la población – pero están menos convencidos de que el trabajo es la única vía hacia la salvación, lo cual es una pena porque sigue siendo, y a gran distancia, la mejor y más permanente vía para escapar de la pobreza. Los Estados Unidos siempre tuvo su cuota de pobres pero hasta hace poco, cuando la dependencia de la ayuda estatal creó una clase baja permanente, no eran las mismas personas de una década a otra. La clave era que salían de la miseria, como hizo una oleada tras otra de recién llegados.
Antes, en sus días menos sofisticados, menos europeos, los Estados Unidos verdaderamente habían descubierto la fórmula para producir una extraordinaria vitalidad social y la milagrosa habilidad de convertir a gentes que empezaban de cero en ciudadanos orgullosos e independientes. Decía a todo el que llegaba "El estado solo existe para darte la oportunidad de labrarte tu propio destino – para ese fin te dará libertad bajo el imperio de la ley, el derecho a vivir tu propia vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad". Ese era el trato.
Quizá era inevitable que el país dejara atrás esa confianza en sí mismo juvenil y ferviente y se volviera simplemente otra sociedad decadente, en retirada del escenario mundial mientras nuevas y descaradas grandes potencias entran en juego. Pero también podría redescubrir su esencia dentro de otros cuatro años.
#5 En primer lugar, porque creo que está adjudicando exclusivamente a Obama cosas como la polarización nacional en torno a la raza y la clase social cuando lo menos que se puede decir es que el GOP ha puesto sus granitos de arena... los suficientes para un segundo Sahara: la paranoia desatada acerca de la inmigración (muralla anti-mejicanos incluida), la absurda polémica del supuesto nacimiento en el extranjero de Obama, el hermoso discurso de Romney llamando parásitos a la mitad de los americanos, la cerrada oposición a cualquier clase de reforma de la sanidad, aunque fuera practicamente calcada a la del mismo Romney en Massachusetts... vamos, que los republicanos salieron alegremente a hacerse enemigos durante cuatro años y la autora se queja de que les miran mal. Lo raro sería lo contrario.
En segundo lugar, porque escamotea factores vitales. Por encima de todos, dos: uno que el aumento del gasto público ha sido dedicado a salvar bancos (en cristiano, no a crear "justicia social" sino a salvar capitalistas), y otro la mencionada reforma de la sanidad, bautizada "Obamacare" por los republicanos mismos. Es practicamente lo único que se puede señalar como una medida tirando "a lo europeo" de Obama, y si eso es lo que la autora demoniza con sus hermosas frases, apaga y vámonos. No lo dirá a las claras, pero su sueño sería una Europa con la sanidad, las pensiones y la educación privatizadas o aún mejor destruidas.
Y en tercero, que esa hermosa historia de las oleadas sucesivas de inmigrantes que se enriquecían es preciosa, pero no es lo que ocurrió. Que les cuenten a los negros eso de que los pobres cambiaban de una década a la siguiente...
Ah, y casi se me olvida: en cuarto porque ella dirá lo que quiera, pero yo sigo pensando que la justicia, todas las clases de justicia, son la principal razón de que aceptemos que existan los estados.
#7 Creo que la autora está hablando de un proceso histórico, más que de estas elecciones. Estoy de acuerdo más con ella que contigo, no porque yo quiera que se acaben las pensiones y la sanidad pública (al contrario). La socialdemocracia ha cambiado más de lo que parece (incluída Europa); no noto que la izquierda crea ya mucho en la redistribución como receta saludable desde el punto de vista macroeconómico: cuando se apela a la redistribución se apela fundamentalmente como una forma de reparar «injusticias», es decir, la redistribución como forma de subsidio. Creo que la campaña de Obama se basa sobre todo en eso, y eso es señal de decadencia.
También me parece que el voto de Obama se ha basado mucho en afirmaciones de identidad. Lo cual, evidentemente, fragmenta la idea del «melting pot». No es algo que haya creado Obama, desde luego —es una decadencia que ha venido dando desde hace décadas—, pero es su expresión ejemplar.
#7 El voto no ha cambiado tanto como se dice. Bush padre ganó en 1988 con porcentajes similares a los de Romney: 60% de los blancos, 30% de los latinos y menos del 10% de negros. Al Reagan que ganó 49 estados de 50 en 1984 le votó el 9% de negros. Te aseguro que la imagen del partido republicano de Reagan y Bush padre no era ni de lejos tan agresiva como la del actual. Lo que ha cambiado es que en 1988 los blancos eran el 90% de los votantes.
Curiosamente el que más voto latino atrajo fue Bush hijo: un 40%. Por eso se habla ahora de Jeb Bush, casado con una mexicana e hispanoparlante, para 2016. O de Marco Rubio.
La inmigración? Pero si tienen a un gobernador de Texas que orgullosamente ofrece becas a estudiantes que residen irregularmente (tuvo encontronazos al respecto con Romney en las primarias). Un republicano del sur, aunque parezca mentira, suele ser más abierto porque para ganar en su estado no se puede permitir hablar mal de los inmigrantes. Hasta los mormones echaron una bronca a Romney:
No sé si con aministías los latinos van a votar republicano. Hay encuestas que dicen que la razón principal de los latinos para no votar republicano son sus ideas económicas, no migratorias.
#7 Los inmigrantes que llegaban a EEUU en el siglo XIX y principios del XX se encontraban un país sin estado del bienestar. Ahora, si justifican cierto nivel de pobreza, pueden vivir sin trabajar.
"This is precisely the model – the Gordon Brown vision of government as omnipotent benefactor and purveyor of “social justice” – from which we in Britain are attempting to escape, and in which the EU is still hopelessly trapped."
Esta frase es de apuntar. Justicia social? Me temo que esta señora es muy consciente de que esto significa sueldos dignos, limitación de la jornada laboral, etc... Es decir, la salida de la casi esclavitud por la que se luchó en los siglos XIX y XX, en pocos sitios tanto como en su país.
"How does the resentment of the rich, which Obama’s campaign fostered so successfully, sit with the old American dream that the United States was a place where anybody who had talent and worked hard could become rich – even if he had arrived as a penniless immigrant?"
Aquí el argumento es completamente erróneo, es precisamente la situación actual la que hace difícil el "sueño americano" de conseguir la prosperidad desde 0 con trabajo duro, ya que el pequeño empresario no puede competir con las grandes multinacionales ni con la deslocalización.
Aunque supongo que la autora tiene mucha mejor relación con las grandes multiacionales que deslocalizan que con el pequeño empresario, así que se comprende el "error".
El artículo dice muchas chorradas pero el mensaje general me parece muy acertado. EEUU, con todos sus fallos y fundamentalismos, no tiene un defecto enorme del que sí adolecemos en Europa: miedo al éxito y al individualismo.
Aquí al que tiene éxito se le critica, se le anula, y se le intenta rebajar al nivel de los demás, para no crear "injusticias". La envidia devora la sociedad. En principio, eso puede hasta parecer bueno, el que más tiene debe colaborar más, y los demás deben beneficiarse de su éxito. Pero en EEUU se ha demostrado durante mucho tiempo, que cuanto más culto se tiene al éxito y más libertad se da al que lo tiene, más se esfuerza la gente por llegar a tenerlo también.
No hablo solo de EEUU, se puede tener esa mentalidad teniendo a la vez un estado del bienestar, como en Suecia o Suiza, por ejemplo. Hablo de que una persona monte su negocio y no le coman entre impuestos y licencias. Que si fracasa con ello, no se le imposibilite hacerlo de nuevo.
#4Aquí el argumento es completamente erróneo, es precisamente la situación actual la que hace difícil el "sueño americano" de conseguir la prosperidad desde 0 con trabajo duro, ya que el pequeño empresario no puede competir con las grandes multinacionales ni con la deslocalización.
Ya nos gustaría en España con un sueldo "decente" poder vivir como un americano que trabaja en un trabajo basura en una ciudad media, o tener las facilidades que tienen allí para montar negocios.
Un sueldo bajísimo en Chicago (por ejemplo) sería el mínimo: 8.25 $/hora. A 8 horas al día, 5 días a la semana, aprox 1400 al mes. Alquiler de casa en las afueras o una ciudad media, no pasa de 600, sin muchas pretensiones. Todo incluído (agua, luz etc...). Te quedan 800 para comer, Internet, y demás chorradas. Si eso es lo mínimo, mínimo, la verdad es que está muy bien, aunque no sea la panacea.
(Todo esto lo sé porque he tenido familia viviendo allí y me informé mucho )
Comentarios
[Antes de nada, un comentario: no lo he traducido y meneado porque esté de acuerdo con la autora... todo lo contrario, estoy en desacuerdo en casi todo. Pero aún así me ha parecido tremendamente interesante, sobre todo sus comentarios sobre el cambio que ha visto en la clase alta estadounidense durante los últimos 50 años]
América se ha convertido en un país del Viejo Mundo
La visión del gobierno como benefactor omnipotente de Gordon Brown es ahora el modelo en USA
Así que Europa ha conseguido el presidente de los Estados Unidos que deseaba - el que no representaría una amenaza para sus propias delusiones. Ahora Estados Unidos es oficialmente uno de nosotros: un país del Viejo Mundo consumado, con odios de clase, balcanización étnica, culpabilidad burguesa y una élite dirigente paternalista. Y está encerrado en la misma mortífera espiral de elevado gasto público y redistribución contraproducente de la riqueza que nosotros. Bienvenidos al futuro, y al comienzo de lo que podría ser la decadencia terminal de Occidente.
Ha quedado claro por qué era tan fácil juzgar equivocadamente el significado de la aparentemente gris campaña de Obama – la asistencia drásticamente reducida a sus mitines; su comportamiento fastidioso y deslucido en los debates, y su fracaso en la presentación de un programa significativo para un segundo mandato – como augurios del resultado de la elección. Mitt Romney puede haber atraido audiencias mucho mayores y más entusiastas para sus discursos pero esta carrera, en definitiva, no iban a decidirla ni debates ni discursos. La razón por la que tantas personas que votaron por el actual presidente no se molestaron en acudir a verle mientras recorría el país fue que la campaña en la práctica no les incumbía: su voto siempre estuvo decidido. El tema no eran las ideas políticas en absoluto. El tema era la identidad: quién y qué eres en el sentido más visceral y personal – era la raza, la clase social, y ser la clase de persona que creíste que tenías que ser.
El cambio más triste es también el más contrario a nuestra intuición. Obama – que se hizo famoso en 2008 al presentarse como el candidato post-racial – ha polarizado racialmente la nación como no lo había estado en los últimos 50 años, revirtiendo la anterior tendencia progresiva hacia una integración social real y la desaparición del factor color en la vida política americana. El 93% de los votantes negros - 93 de cada 100 - votaron por Obama en esta elección, igual que el 71% de los latinos y el 73% de los asiáticos. Pero si los grupos étnicos no blancos están escogiendo autosegregarse electoralmente - con mucha frecuencia ignorando sus auténticos intereses económicos o sociales - los votantes blancos no. Solo el 59% de ellos apoyó a Romney: una mayoría, pero no una arrolladora. En parte esto se debe al tema de la guerra de clases: se animó a los votantes de clase obrera a ver a Romney como un capitalista rapaz que destruiría los medios de vida de la gente si lo dictaba un balance contable.
Pero esta fue una consecuencia desafortunada de las credenciales de este candidato en concreto. Hay otro cambio más significativo históricamente, y posiblemente más permanente también. Los Estados Unidos ahora han adquirido una burguesía izquierdista electoralmente poderosa convencida, como lo han estado sus contrapartidas europeas desde hace varias generaciones, a pesar de toda la evidencia contraria, de que el gasto público es inherentemente virtuoso, de que la pobreza puede curarse castigando la creación de riqueza, y de que la intervención del gobierno puede construir la "justicia" social. Pero justo cuando parte de la clase política europea ha empezado a comprender los peligros de esta filosofía – que llevada a su conclusión lógica conduce al estancamiento económico y la división social – América parece haber decidido que es la quintaesencia de la sofisticación ilustrada.
Este es precisamente el modelo – la visión de Gordon Brown del gobierno como benefactor omnipotente y proveedor de "justicia social" – de la que estamos intentando escapar en Gran Bretaña, y en la que la Unión Europea aún sigue atrapada sin esperanza. Pero debería ir fuertemente en contra de todos los valores tradicionales americanos de feroz autoconfianza y aspiraciones personales ¿Cómo encaja el resentimiento contra los ricos, que la campaña de Obama atizó con tanto éxito, con el viejo sueño americano de que los Estados Unidos era un lugar donde cualquiera que tuviera talento y trabajara duro podía hacerse rico - aunque llegara como un inmigrante sin un centavo? La idea de "los ricos" como una clase aparte inalcanzable y parásita es un concepto del Viejo Mundo enraizado en la riqueza heredada de una aristocracia terrateniente enquistada. Casi todos los ricos en América tradicionalmente se habían hecho a sí mismos.
Pero eso ha cambiado. La ética protestante que rigió mi niñez se ha diluído. Cuando estaba en la universidad, en la América de los 60, tenía amigos cuyos padres eran ricos. Pero nunca hubo ninguna duda de que sus hijos tendrían que ganarse la vida por su cuenta. Después de graduarse, e incluso durante las vacaciones de verano, se esperaba que encontraran empleos. Eventualmente podían acabar metidos en el negocio de la familia pero incluso entonces probablemente empezarían desde abajo y tendrían que ganarse el ascenso. He quedado verdaderamente anonadada al descubrir que América posee hoy en día una generación "fideicomisaria" (“trustafarian” en el original) de hijos de papá que viven de lo que llamamos eufemísticamente "ingresos privados".
Los padres ricos ya no exigen a sus hijos que sepan mantenerse por sí solos, así que hoy en día hay en Estados Unidos todo un sector de adultos que nunca trabajará para ganarse la vida: una idea que antaño hubiera sido virtualmente impensable. Una de las revelaciones más dañinas que salieron a la luz durante la campaña presidencial de John F. Kennedy fue que su padre le había dado un millón de dólares para que pudiera dedicarse exclusivamente a su carrera política: un lujo que se consideró poco menos que pecaminoso.
Con la riqueza inmerecida llega la culpabilidad, y con ella el paternalismo: la idea de que estás obligado a elegir un gobierno que se haga cargo de de toda esa gente que está peor que tú – y no solo proporcionándoles oportunidades para mejorar su propia condición al tradicional estilo americano. Los votantes americanos siguen queriendo empleos - el mantra de la campaña de Romney aún es válido para la mitad de la población – pero están menos convencidos de que el trabajo es la única vía hacia la salvación, lo cual es una pena porque sigue siendo, y a gran distancia, la mejor y más permanente vía para escapar de la pobreza. Los Estados Unidos siempre tuvo su cuota de pobres pero hasta hace poco, cuando la dependencia de la ayuda estatal creó una clase baja permanente, no eran las mismas personas de una década a otra. La clave era que salían de la miseria, como hizo una oleada tras otra de recién llegados.
Antes, en sus días menos sofisticados, menos europeos, los Estados Unidos verdaderamente habían descubierto la fórmula para producir una extraordinaria vitalidad social y la milagrosa habilidad de convertir a gentes que empezaban de cero en ciudadanos orgullosos e independientes. Decía a todo el que llegaba "El estado solo existe para darte la oportunidad de labrarte tu propio destino – para ese fin te dará libertad bajo el imperio de la ley, el derecho a vivir tu propia vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad". Ese era el trato.
Quizá era inevitable que el país dejara atrás esa confianza en sí mismo juvenil y ferviente y se volviera simplemente otra sociedad decadente, en retirada del escenario mundial mientras nuevas y descaradas grandes potencias entran en juego. Pero también podría redescubrir su esencia dentro de otros cuatro años.
#1 Si que es interesante. ¿Pero por qué no estás de acuerdo? (Si no es molestia.)
#5 En primer lugar, porque creo que está adjudicando exclusivamente a Obama cosas como la polarización nacional en torno a la raza y la clase social cuando lo menos que se puede decir es que el GOP ha puesto sus granitos de arena... los suficientes para un segundo Sahara: la paranoia desatada acerca de la inmigración (muralla anti-mejicanos incluida), la absurda polémica del supuesto nacimiento en el extranjero de Obama, el hermoso discurso de Romney llamando parásitos a la mitad de los americanos, la cerrada oposición a cualquier clase de reforma de la sanidad, aunque fuera practicamente calcada a la del mismo Romney en Massachusetts... vamos, que los republicanos salieron alegremente a hacerse enemigos durante cuatro años y la autora se queja de que les miran mal. Lo raro sería lo contrario.
En segundo lugar, porque escamotea factores vitales. Por encima de todos, dos: uno que el aumento del gasto público ha sido dedicado a salvar bancos (en cristiano, no a crear "justicia social" sino a salvar capitalistas), y otro la mencionada reforma de la sanidad, bautizada "Obamacare" por los republicanos mismos. Es practicamente lo único que se puede señalar como una medida tirando "a lo europeo" de Obama, y si eso es lo que la autora demoniza con sus hermosas frases, apaga y vámonos. No lo dirá a las claras, pero su sueño sería una Europa con la sanidad, las pensiones y la educación privatizadas o aún mejor destruidas.
Y en tercero, que esa hermosa historia de las oleadas sucesivas de inmigrantes que se enriquecían es preciosa, pero no es lo que ocurrió. Que les cuenten a los negros eso de que los pobres cambiaban de una década a la siguiente...
Ah, y casi se me olvida: en cuarto porque ella dirá lo que quiera, pero yo sigo pensando que la justicia, todas las clases de justicia, son la principal razón de que aceptemos que existan los estados.
#7 Creo que la autora está hablando de un proceso histórico, más que de estas elecciones. Estoy de acuerdo más con ella que contigo, no porque yo quiera que se acaben las pensiones y la sanidad pública (al contrario). La socialdemocracia ha cambiado más de lo que parece (incluída Europa); no noto que la izquierda crea ya mucho en la redistribución como receta saludable desde el punto de vista macroeconómico: cuando se apela a la redistribución se apela fundamentalmente como una forma de reparar «injusticias», es decir, la redistribución como forma de subsidio. Creo que la campaña de Obama se basa sobre todo en eso, y eso es señal de decadencia.
También me parece que el voto de Obama se ha basado mucho en afirmaciones de identidad. Lo cual, evidentemente, fragmenta la idea del «melting pot». No es algo que haya creado Obama, desde luego —es una decadencia que ha venido dando desde hace décadas—, pero es su expresión ejemplar.
#7 El voto no ha cambiado tanto como se dice. Bush padre ganó en 1988 con porcentajes similares a los de Romney: 60% de los blancos, 30% de los latinos y menos del 10% de negros. Al Reagan que ganó 49 estados de 50 en 1984 le votó el 9% de negros. Te aseguro que la imagen del partido republicano de Reagan y Bush padre no era ni de lejos tan agresiva como la del actual. Lo que ha cambiado es que en 1988 los blancos eran el 90% de los votantes.
Curiosamente el que más voto latino atrajo fue Bush hijo: un 40%. Por eso se habla ahora de Jeb Bush, casado con una mexicana e hispanoparlante, para 2016. O de Marco Rubio.
La inmigración? Pero si tienen a un gobernador de Texas que orgullosamente ofrece becas a estudiantes que residen irregularmente (tuvo encontronazos al respecto con Romney en las primarias). Un republicano del sur, aunque parezca mentira, suele ser más abierto porque para ganar en su estado no se puede permitir hablar mal de los inmigrantes. Hasta los mormones echaron una bronca a Romney:
http://www.sltrib.com/sltrib/blogsfaithblog/53551868-180/mormon-romney-immigration-latino.html.csp
No sé si con aministías los latinos van a votar republicano. Hay encuestas que dicen que la razón principal de los latinos para no votar republicano son sus ideas económicas, no migratorias.
#7 Los inmigrantes que llegaban a EEUU en el siglo XIX y principios del XX se encontraban un país sin estado del bienestar. Ahora, si justifican cierto nivel de pobreza, pueden vivir sin trabajar.
Claro, los negros tenían que haber votado a Romney, y de paso hacerse del KKK.
No, a lo mejor el comentarista esperaba que los votantes negros repartieran los votos para no "autosegregarse"... Menuda sarta de sandeces.
"This is precisely the model – the Gordon Brown vision of government as omnipotent benefactor and purveyor of “social justice” – from which we in Britain are attempting to escape, and in which the EU is still hopelessly trapped."
Esta frase es de apuntar. Justicia social? Me temo que esta señora es muy consciente de que esto significa sueldos dignos, limitación de la jornada laboral, etc... Es decir, la salida de la casi esclavitud por la que se luchó en los siglos XIX y XX, en pocos sitios tanto como en su país.
"How does the resentment of the rich, which Obama’s campaign fostered so successfully, sit with the old American dream that the United States was a place where anybody who had talent and worked hard could become rich – even if he had arrived as a penniless immigrant?"
Aquí el argumento es completamente erróneo, es precisamente la situación actual la que hace difícil el "sueño americano" de conseguir la prosperidad desde 0 con trabajo duro, ya que el pequeño empresario no puede competir con las grandes multinacionales ni con la deslocalización.
Aunque supongo que la autora tiene mucha mejor relación con las grandes multiacionales que deslocalizan que con el pequeño empresario, así que se comprende el "error".
El artículo dice muchas chorradas pero el mensaje general me parece muy acertado. EEUU, con todos sus fallos y fundamentalismos, no tiene un defecto enorme del que sí adolecemos en Europa: miedo al éxito y al individualismo.
Aquí al que tiene éxito se le critica, se le anula, y se le intenta rebajar al nivel de los demás, para no crear "injusticias". La envidia devora la sociedad. En principio, eso puede hasta parecer bueno, el que más tiene debe colaborar más, y los demás deben beneficiarse de su éxito. Pero en EEUU se ha demostrado durante mucho tiempo, que cuanto más culto se tiene al éxito y más libertad se da al que lo tiene, más se esfuerza la gente por llegar a tenerlo también.
No hablo solo de EEUU, se puede tener esa mentalidad teniendo a la vez un estado del bienestar, como en Suecia o Suiza, por ejemplo. Hablo de que una persona monte su negocio y no le coman entre impuestos y licencias. Que si fracasa con ello, no se le imposibilite hacerlo de nuevo.
#4 Aquí el argumento es completamente erróneo, es precisamente la situación actual la que hace difícil el "sueño americano" de conseguir la prosperidad desde 0 con trabajo duro, ya que el pequeño empresario no puede competir con las grandes multinacionales ni con la deslocalización.
Ya nos gustaría en España con un sueldo "decente" poder vivir como un americano que trabaja en un trabajo basura en una ciudad media, o tener las facilidades que tienen allí para montar negocios.
Un sueldo bajísimo en Chicago (por ejemplo) sería el mínimo: 8.25 $/hora. A 8 horas al día, 5 días a la semana, aprox 1400 al mes. Alquiler de casa en las afueras o una ciudad media, no pasa de 600, sin muchas pretensiones. Todo incluído (agua, luz etc...). Te quedan 800 para comer, Internet, y demás chorradas. Si eso es lo mínimo, mínimo, la verdad es que está muy bien, aunque no sea la panacea.
(Todo esto lo sé porque he tenido familia viviendo allí y me informé mucho )