El cantonés con sus tonos del demonio es jodidamente difícil. Las veces que he estado en Shenzhen he intentado decir cuatro cosas y no había manera de que me entendiesen, ni siquiera los taxistas cuando les decía el nombre de la calle, repetía X cuatro o cinco veces y siempre acababa enseñando el mapa a lo que contestaban "oh! X", "pues lo que acabo de decirte, hijo de puta" pensaba yo
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Saltaron las alarmas sobre el futuro del idioma cuando bajó de los 100 millones de hablantes.
El cantonés con sus tonos del demonio es jodidamente difícil. Las veces que he estado en Shenzhen he intentado decir cuatro cosas y no había manera de que me entendiesen, ni siquiera los taxistas cuando les decía el nombre de la calle, repetía X cuatro o cinco veces y siempre acababa enseñando el mapa a lo que contestaban "oh! X", "pues lo que acabo de decirte, hijo de puta" pensaba yo
Esto se debe en gran medida a... Pai Mei