Venecia vuelve a ser de los venecianos, por ahora. El virus ha barrido a los turistas de la ciudad y la ha convertido en un lugar para locales, para los habitantes del Veneto: ante esta situación el alcalde dice que «no moriremos del virus, pero tal vez sí de hambre». El agua de los canales corre limpia y muestra extraños colores, y se ha hecho visible una fauna ya prácticamente exótica, como los peces. Hasta un pulpo (acontecimiento excepcional, según los biólogos) se ha dejado ver. La peste se alimenta de hipérboles.