arecía una idea reservada a discusiones académicas sobre antropología, museología o estudios poscoloniales, y sin embargo ha impregnado el debate público con la fuerza de un dogma moral gracias al wokismo. Se denuncia, se regula, se marca con la exactitud de un interferómetros láser. El pelo, los alimentos, la moda, la música, los gestos rituales, todo puede ser etiquetado como usurpado, y de pronto se vuelve culpable.