Hace 1 año | Por RaulUrdaci a youtube.com
Publicado hace 1 año por RaulUrdaci a youtube.com

El castor euroasiático fue cazado casi hasta ser extinguido, por su pelaje y por su actividad. A principios del siglo XX, solo sobrevivían unos 1.200 castores en ocho poblaciones. En la animación se puede observar la evolución de la repoblación desde 1900.

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Ésta gran labor, traída de la capacidad para entender la importancia del castor en la cadena trófica, puede que hayan evitado a Europa estar mucho peor de lo que esá.

Tras la llegada de una pareja de castores a un pequeño arroyo temporal, este comenzará a parecerse a una sucesión de terrazas inundadas como las de los arrozales asiáticos. Estos humedales permanentes creados por los castores favorecen el desarrollo de ecosistemas complejos donde alternan las zonas húmedas, las praderas con numerosas flores silvestres y arbustos, y que albergan una gran diversidad de vida salvaje. Muy pronto la abundancia de peces, libélulas y todo tipo de insectos, anfibios y aves acuáticas como los patos, el martín pescador y las cigüeñas, así como muchas otras aves, le parecerá increíble a cualquiera que no esté habituado al paisaje generado por este ingeniero de los ecosistemas.

Los arroyos transformados por los castores en una sucesión de lagunas no solo benefician a la fauna, sino que también nos protegen de inundaciones y sequías estacionales, y hacen de cortafuego que evita la propagación de incendios forestales. A falta de castores las lluvias invernales fluyen de forma torrencial y simultánea por arroyos y riachuelos, provocando inundaciones aguas abajo y destruyendo las orillas de nuestros cauces fluviales rectificados y dragados. A estas crecidas súbitas les suceden meses de sequía durante los cuales los cauces se convierten en barrancos secos y sin vida. Los embalses creados por los castores ralentizan y regulan los flujos hídricos, reteniendo un gran volumen de agua, dando tiempo a la naturaleza a limpiarla de sedimentos e impurezas (como los nitratos y fosfatos utilizados en la agricultura), y liberándola durante todo el año una vez depurada.

El lento fluir del agua a través de las balsas creadas por los castores hace que parte se infiltre en el terreno, elevando la capa freática y recargando unos acuíferos que constituyen nuestra reserva hídrica en tiempos de sequía. Recientemente las imágenes de satélite obtenidas demuestran que el regreso continuado de la población de castores al Oeste norteamericano tras siglos de ausencia está reverdeciendo literalmente el desierto, a medida que grandes franjas de humedales creadas por los castores actúan como cortafuegos en el paisaje.

Anteponer la supervivencia de las especies a los caprichos humanos es imperativamente necesario para nuestra propia supervivencia.

vvega

De Europa a Belén, vamos castores!!

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