Hace 8 años | Por --498773-- a lineassobrearte.com
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En aquella tarde-noche de julio de 1962, Marilyn Monroe estuvo extrañamente jovial y colaboradora. Salvo por el pequeño detalle de que apareció en la suite 261 del Hotel Bel Air de Los Ángeles con cinco horas de retraso, por ninguna parte asomaba ni rastro de su legendaria indisciplina. Y no sería el único mito que vería o haría caer durante aquella sesión un Bert Stern que esperaba encontrarse a la mujer decadente y algo gordita de “Vidas rebeldes” (John Huston, 1961). Las sorpresas comenzaron desde el mismo momento en que comprobó que la estr

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Había leído "Marilyn's last shitting"