Según Ian Hamilton, biógrafo de Salinger, aunque el autor nunca conoció a F. Scott Fitzgerald, admiraba mucho su trabajo y se veía a sí mismo como una especie de sucesor. Sin embargo, Salinger no tuvo la ocasión de conocer a su ídolo. A quien sí conoció, en cambio, fue a Ernest Hemingway...Salinger, que ya gozaba de cierta reputación como escritor por sus textos cortos pero enigmáticos, fue en busca del novelista al hotel Ritz ‒al bar, por supuesto‒. Allí estaba Hemingway, con un vaso de whiskey en la mano.