Aquí nadie se sorprendería si le dices que un sábado por la mañana el cementerio de su pueblo o su ciudad se parecía más a un bar, con una barra montada al lado de las tumbas con todo tipo de alcohol, desde nuestro licor local, rakija, a cerveza, y abundante comida para picar: pitas, quesos, carnes, dulces. De todo. Y en un entorno que es cualquier cosa menos discreto.